En tiempos en quela inteligencia artificial avanza a pasos agigantados y se instala en cada rincón de la vida profesional y creativa, quiero hacer una defensa -quizás romántica, pero necesaria- del pensamiento humano en su forma más puro, espontáneo e imperfecto estado.
No estoy dispuesto a permitir que una máquina me robe lo que me hace único: la locura disparatada de una idea distinta, la incomodidad que provoca lo inesperado, ese fuego y pasión cuando grito “¡la tengo!”
mundo fueron creadas fuera de la caja: se escribieron en servilletas, papeles sueltos, se pintaron en una tela o se susurraron al oído.
La inteligencia artificial no es humana. Puede imitar, pero nunca sentir. La belleza del pensamiento jamás podrá ser reemplazada porque contiene una pizca de error, una conexión inesperada y la sublime demencia que, con la imperfección, está perfecta.
Si renunciamos a eso, si dejamos que nos reemplace, entonces nosotros-los humanos, los creativos-sobramos.
Sergio Gamboa Greppi, U. del Desarrollo