Por Josefa Rojas y María Francisca Ogalde
Nostalgia anticipatoria: el sentimiento de extrañar algo o alguien que todavía no se ha ido. Al despertar la última mañana en Washington D.C., ese es el único sentimiento que me invade. Miro alrededor de mi habitación y pienso que esta será la última vez que estaré en este lugar con todos mis compañeros. Porque, aunque volvamos, ya no será lo mismo, este viaje académico nos ha enseñados cosas de nosotros que ni siquiera sabíamos que teníamos, desde la valentía hasta la responsabilidad, la empatía, y una lista interminable de cualidades que hemos descubierto. Levantarnos temprano para salir a reportear o dejarnos cautivar por la historia de tantos monumentos que forjaron lo que hoy es Estados Unidos, es algo que desearía poder prolongar solo un día más.
Bajamos al desayuno donde con el resto de mis compañeros y hablamos de las cosas que más extrañaremos de la ciudad. Desde la comida al ambiente, del trato de las personas locales a las tiendas, todos nos llevamos un pedazo de lo mejor y, tal vez, lo más desafiante de este lugar. Al despedirnos con nuestros profesores, les dimos las gracias no solo por el trato, sino que también por enseñarnos más sobre cómo ser mejores periodistas, mejores personas y, al ser de Concepción, esperar que nos volvamos a ver más temprano que tarde. Luego de una semana exacta, volvimos al aeropuerto al que llegamos emocionados sin saber con qué nos encontraríamos, pero con cientos de historias que contar y amigos nuevos. Nostalgia anticipatoria: el sentimiento de extrañar algo o alguien que todavía no se ha ido, solo que ahora a una parte de su fin.
Mientras algunos se quedaron en Estados Unidos, otros hacían escala en Dallas y Miami, esperando el vuelo hacia la capital de nuestro país. En eso, recordábamos en conjunto con mucha alegría todos los momentos bonitos que nos dejó el viaje, al igual que diferentes reflexiones sobre todo lo que aprendimos como personas en él.
Al pisar el aeropuerto de la escala, en Dallas, me invadió un sentimiento tan nostálgico. El mismo lugar que nos dio la bienvenida a Estados Unidos hace una semana, ahora nos está despidiendo, y con mirar a su alrededor me sentía apenada por dejar este bonito lugar, pero feliz porque volveríamos a reencontrarnos con todos nuestros seres queridos en Chile, con muchas anécdotas que contar y experiencias que vivimos detrás del reporteo que nos tocó.
Tal como dice la frase: todo lo bueno tiene que terminar, y es totalmente cierto. Sin embargo, atesorar este recuerdo único y relevante para todos quienes lo experimentaron y aprovecharon al máximo es lo mejor que pudimos hacer. Recordar este hecho como una gran oportunidad que pudimos visualizar de cerca y como la historia de la que fuimos parte.