Un 12,5% de las noticias falsas, información manipulada o engañosa, compartidas en relación al Plebiscito Constituyente de 2023, habría sido originada por partidos políticos, mientras que un 87% por un actor desconocido.
La Facultad de Comunicaciones realizó el Seminario internacional “Desórdenes Informativos y procesos electorales en América Latina”, donde se presentaron estudios sobre el fenómeno de la desinformación en elecciones del continente, con énfasis en el Proceso Constituyente de Salida en Chile.
El seminario fue inaugurado por Federico Valdés (rector de la UDD) y Carolina Mardones (decana de la Facultad de Comunicaciones). El propio rector de nuestra universidad abrió la actividad afirmando que “este fenómeno es una seria amenaza para las democracias”, mientras que nuestra decana afirmó que “con este seminario estamos contribuyendo al desarrollo del análisis crítico en América Latina. Esta jornada será enriquecedora para todos nosotros”.
Luego, se dio paso a la Mesa Inaugural “Desinformación, garantías institucionales y regulatorias frente a narrativas hostiles, publicidad segmentada y polarización”, donde participaron Andrés Tagle, Juan Alberto Lecaros (filósofo y director del Observatorio de Bioética y Derecho UDD), y las investigadoras María José Labrador (Chile) y Loreto Corredoira (España).
Andrés Tagle comenzó haciendo la diferencia entre medios tradicionales y redes sociales. “Las redes sociales hacen lo mismo que los medios, transmiten noticias, opiniones, videos, pero los contenidos los hace cualquier persona y, al contrario de los medios, no reciben castigo de la audiencia cuando difunden información falsa. Y no hay que perder de vista que el modelo de negocios de las redes es el escándalo, pues busca la viralización, por lo que estas plataformas deben ser reguladas”, explicó.
“Son cientos de espacios en redes que parecen medios de comunicación y no lo son. Hemos investigado cómo tienen tanto éxito estos contenidos, y hemos confirmado que trabajan con tecnología que automatiza su difusión a toda hora, agregando likes o reenviando virales por Whatsapp. ¿Qué hay que hacer?: alfabetización digital, porque las personas terminan colaborando en la difusión de estos contenidos”, advirtió Loreto Corredoira.
Juan Alberto Lecaros, filósofo y director del Observatorio de Bioética y Derecho en la Universidad del Desarrollo, recordó que el pensador Luciano Floridi creía en 1996 que no había razones para preocuparse por la desinformación en internet y que 20 años después daba cuenta de que a internet se le dejó crecer de manera caótica y que debía regularse. “Los desafíos éticos de la desinformación es la capacidad de permear otros fenómenos, como las pandemias, las gobernanzas y el cambio climático. Se trata de un sistema antiproductivo, con la paradoja de que termina obstaculizando su propio espíritu y objetivo, que es informar. La promesa de liberar a las personas de intermediarios, termina esclavizándolas”, sostuvo.
En el seminario se presentaron resultados y ejemplos de desinformación en países de América Latina, con la metodología que utilizaron en este estudio regional: las noticias falsas en relación al asesinato del candidato Fernando Villavicencio 11 días antes de las elecciones 2023 en Ecuador y el crecimiento de la desinformación en las elecciones generales de 2023 en España.
El senador Felipe Harboe se detuvo en un hecho clave: “uno cree que no paga cuando está en las redes sociales, pero está pagando con sus datos porque ese es el negocio de estas plataformas. En los procesos electorales del Brexit y Trump, Cambridge usó millones de datos, sin consentimiento de los usuarios, para explicarle a la gente lo que quería escuchar y orientar su voto”.