Cecilia Atán y Valeria Pivato, codirectoras de la película “La novia del Desierto» (estrenada en Cannes 2017), fueron las protagonistas de la segunda charla del ciclo Nuevo Cine Mujeres Latinoamericanas. VIDEO de la actividad al final de la nota.
Hoy se realizó una nueva charla del Ciclo Nuevo Cine Mujeres Latinoamericanas, organizado por Cine UDD condos exponentes de primer nivel: Cecilia Atán y Valeria Pivato, codirectoras de la película “La novia del Desierto”(DISPONIBLE EN ONDAMEDIA).
El periodista y crítico Joel Poblete fue el encargado de moderar la conversación con esta dupla de cineastas argentinas que iniciaron sus carreras a temprana edad, formando parte de equipos de trabajo de reconocidos directores argentinos y extranjeros, como Juan José Campanella, Christopher Hampton y Walter Salles.
De hecho, se conocieron en la filmación de “Luna de Avellaneda” (2004). Valeria fue continuista y Atán, primera dirección. Y así comenzó la historia de dos técnicas de cine que se hicieron amigas en el set de una cinta de Campanella y estrenaron su ópera prima en Cannes. Se trata de “La novia del desierto”, un largometraje con un equipo argentino-chileno que tiene como protagonista a Pali García, y que recrea un viaje, literal y metafórico, de una mujer por encontrarse a sí misma.
“Queríamos un personaje sin lugar y sin tiempo, una idea abstracta pero útil para ahondar en ese universo: que fuera una nana, un oficio femenino y latinoamericano, y que viviera una vida que no es propia. Y además que pasara de los 50 años, una edad en que el mundo te empuja a creer que lo que no hiciste antes ya no lo hiciste”, explicó Cecilia.
-¿Cómo escriben juntas?
Valeria: Descubrimos cómo atravesar el proceso. Los procesos creativos no son lineales, trabajamos con un equemas de pingpong. La totalidad del proceso de escritura nos llevó 3 años y no se dejó de modificar hasta el rodaje mismo, por lo que tuvimos que tener una gran flexibilidad.
Cecilia: Una de las claves es que las dos tiren del barco de la misma manera, que las energías sean parejas. Renovamos los votos y el próximo proyecto será compartido (“La llegada del hijo”). La dirección implica una cantidad infinita de decisiones, por eso es muy importante la comunión de ideas. La misma comunión entre los actores y el equipo, que creemos, también se refleja en la película.
-Parte de la película se filmó en el santuario de la Difunta Correa.
-Sí, en Chile y Argentina es muy conocido este mito sobre una mujer que atraviesa el desierto con su hijo y fallece, pero cuando la encuentran dos días después unos arrieros, se dan cuenta que el niño está vivo porque siguió amamantándose. Nos gustaba en el sentido poderoso de la vida y la muerte, de que algo tiene que morir para que otro viva.
-Hemos hablado en este ciclo del machismo en el cine. Ustedes han trabajado con muchos directores ¿han vivido eso? ¿Sienten que está camiando?
Cecilia: Empecé a trabajar a los 18 años en esto y hoy aún es un área de hombres. Hay que estar siempre demostrando algo, rindiendo como si fuera un examen. De las escuelas de cine salen 50% de mujeres y 50% de hombres, pero en la industria la ocupación es 70% y 30%. Creo que se está transformando eso, pero es un proceso lento.
Valeria: Hay que hacer este trabajo de forma militante, saber que los espacios tenemos que ganarlos. Nunca está totalmente conquistado un espacio hasta que haya una política de paridad de género. En la transición de la universidad a lo laboral hay gente que se queda en el camino y tenemos que preguntarnos por qué. Latinoamérica debe ir hacia allá, que no sea solo una tendencia sino un contexto, y para ello se necesitan políticas públicas.
-¿Cambió mucho la película en el montaje (a cargo de la chilena Andrea Chignoli)?
Cecilia: La instancia de montaje es un proceso de reescritura también y como dijo Valeria, tenemos mucha flexibilidad para trabajar. Andrea nos dijo que íbamos a montar la película tal cual el guión. Intuíamos que no iba a funcionar, pero nos dijo que teníamos que estar seguras de que ese no sería el camino para tomar otro sin arrepentimientos. En la filmación sabíamos que habían cosas que funcionaban pero no estábamos seguras. Nos envió el corte del guión cerca del Año Nuevo y con Valeria no lo queríamos ver, estábamos con el estómago apretado. Pero funcionó. En el montaje le dimos énfasis al viaje, pero también a la dualidad entre la casa y el desierto, entre el pasado y el presente, y con eso ganó muchísimo la película.
Valeria: Fue todo bastante rápido. Ese corte lo mostramos en el WIP de Toulouse en abril, días después terminamos el color y la mezcla de sonido. Y en mayo la presentamos en Cannes.
-La atmósfera es sustancial en la película. ¿Cuáles fueron sus referentes?
Cecilia: Está desde el principio y tiene que ver con el espacio que rodea a la protagonista: la casa y el desierto son también personajes. Teresa dialoga todo el tiempo con esos espacios.
Valeria: Una línea que investigamos y le dimos forma es la relación con los espacios. No es lo mismo ese personaje dentro de la casa, con una coraza, que estando en la vastedad del desierto. Eso la obliga a estar más atenta de sí misma que de otras personas, se materializa su viaje y su paso por el santuario de la difunta Correa.
¿Cómo supieron que Paulina García era la actriz que necesitaban?
Cecilia: Estábamos en búsqueda de una intérprete que pudiese sostener el protagónico de una película. Paulina está en casi todos los planos. Era una búsqueda difícil, porque con muy poquitos gestos, tiene que darle forma a un personaje pequeñito en expresividad. La primera vez, cuando se presentó delante nuestro, fue una certeza absoluta: había algo del registro personal, de su forma, de su expresividad que nos convenció inmediatamente.