Alejandro Sieveking y Bélgica Castro, ambos Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales, dejan un legado enorme para el teatro y el cine chileno.
Eran la pareja más rutilante del teatro y el cine chileno, y no dejaron de serlo ni a la hora de su muerte. Con horas de separación los actores Alejandro Sieveking y Bélgica Castro dejaron de existir, dejando tras de sí uno de los legados más gigantescos de las artes escénicas nacionales.
Se conocieron en el Teatro Experimental de la Universidad de Chile. Bélgica era su profesora de historia del teatro y Sieveking, el alumno más aventajado de la escritura teatral. Ya fuera de la universidad la estrella del teatro nacional y quien sería uno de los dramaturgos más imponentes del teatro, se unieron a uno de sus grandes amigos, el director y músico Víctor Jara.
Jara dirigió varias obras escritas por Sieveking, todas las cuales alcanzaron connotación internacional: Parecido a la felicidad, Ánimas de día claro y La remolienda -la que se ha convertido en un clásico con innumerables montajes-, además de la obra para niños Honorato el caballo de circo. En los años siguientes Alejandro Sieveking escribió: Tres tristes tigres, La mantis religiosa, Manuel Leonidas Donaire y las cinco mujeres que lloraban por él, Cama de batalla y La virgen del puño cerrado -la que fue censurada y tuvo que estrenarse, en 1974, bajo el nombre de La virgen de la manita cerrada-, entre varias otras.
Un año después del golpe de Estado, debido al clima hostil en que vivía el país y las trabas para ejercer el teatro -además del duro golpe emocional que le significó el brutal asesinato de su amigo Víctor Jara en el Estadio Chile- Sieveking se autoexilió junto a Bélgica Castro en Costa Rica. La primera obra que escribió y estrenó en ese país fue Pequeños animales abatidos, que ganó el Premio Casa de las Américas de Cuba.
Una vez que regresó a Chile en 1984, tuvo la oportunidad de retomar la escritura de guiones para televisión. Además, escribió varias obras: La comadre Lola, Directo al corazón, Ingenuas Palomas, El señor de los pasajes y, en 2005, La fiesta terminó. Además, amplió su registro escritural y publicó dos novelas, La señorita Kitty (1994) y Bella cosa mortal (2007).
Por su parte, en su extensa carrera Bélgica Castro interpretó textos de los más importantes dramaturgos, como Lope, Chejov, García Lorca, Graham Greene, Arthur Miller, Brecht, Pirandello, Shaw, Ibsen, Durrenmatt, Valle-Inclán y Sófocles.
También participó de importantes montajes nacionales, como Casi casamiento de Daniel Barros Grez, Chañarcillo de Antonio Acevedo Hernández, Mama Rosa de Fernando Debessa, Fulgor y muerte de Joaquín Murieta de Pablo Neruda, Coronación de José Donoso, Mala onda de Alberto Fuguet y Cabeza de Ovni de Manuela Oyarzún.
Además participó de la mayoría de las obras de Alejandro Sieveking con quien se casó en 1962; entre ellas se cuentan Parecido a la felicidad, La madre de los conejos, Ánimas de día claro, La remolienda, La mantis religiosa, Cama de batalla, La virgen de la manito cerrada, La comadre Lola e Ingenuas palomas. Uno de los roles más importantes de su carrera fue el de la vieja alcahueta en La Celestina de Fernando de Rojas, que representó en más de mil funciones.
Ambos intérpretes destacaron también en el cine nacional. Bélgica en Palomita blanca, Días de Campo y dos series de televisión, todas dirigidas por Raúl Ruiz. Alejandro Sieveking lo hizo, primero mediante sus obras, que inspiraron cintas homónimas: Casa de Remolienda y Tres Tristes Tigres; y luego como actor en La recta provincia, así como también en los largometrajes Play, de Alicia Scherson; La vida me mata, de Sebastián Silva; El club, de Pablo Larraín; y en Los perros, de Marcela Said.
Gatos Viejos es un punto aparte en la carrera cinematográfica de la pareja. No sólo actuaron como protagonistas de la película, cruce entre comedia y drama, de Sebastián Silva, sino que la filmación se realizó en el propio departamento de la pareja en el Barrio Santa Lucía. Cabe destacar que Bélgica Castro obtuvo el Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales, en 1995, mientras que Alejandro Sieveking lo recibió en 2017.