Cineasta Lorena Giachino presentó su último documental, «La directiva» (2017) en Cine UDD, conversó con Antonella Estévez y los alumnos de la carrera y entregó sus claves para realizar sus filmes.
Ayer la cineasta Lorena Giachino estuvo en el Ciclo de Cine Chileno de Cine UDD presentando su documental “La directiva”, a primera vista el registro de cómo funciona la Federación de árbitros de fútbol amateur de Chile, pero en el fondo la desaparición de un Chile en extinción.
La también directora de “El gran circo pobre de Timoteo” y “Reinalda del Carmen, mi mamá y yo”, conversó con la profesora Antonella Estévez y los alumnos que llegaron al visionado de esta interesante película.
-¿De dónde surgió la idea de hacer este documental?
-De conversaciones de amigos. Llegamos a la pregunta ¿a quién le gustaría ser árbitro? Pensé que podía salir una película más psicológica sobre su rollo con el poder. En el arbitraje amateur hay mucho uniformado, pero cuando encontré al personaje en un club social se me olvidó: encontré un país, una república chiquitita. Decidí dejar al personaje de lado.
-“El gran circo pobre de Timoteo” tiene mucha cinematografía, color, drama, etc. El ejercicio de convertir este mundo más austero en audiovisual imagino que fue un desafío.
-“El gran circo…” se planteaba el desafío de nunca salir del circo. Había que construir la drama, pero eso no fue difícil, de hecho ni siquiera tiene música, todo sobraba. “La directiva” es una radicalización de filmar el encierro, un borde que es bastante inadvertido para el mundo real, estos personajes están solos.
-Son de otro planeta, incluso los valores nos parecen exóticos. ¿Cómo generaste la confianza para ellos ser y no «performear» frente a la cámara?
-Tengo pactos. Hay que saber administrar la confianza, pero hay que confiar. Hay que ser transparente, ellos saben que no es un homenaje, que es una película para hablar de otras cosas, que son la excusa. No los engrupo. Hay cierta distancia con esa metodología. Hay un momento en que el director y el filmado no se quieren, tiene que haber una distancia para el acto del filmar, es la asistente de dirección quien habla con ellos, más allá de que haya cariño entre nosotros. Los quiero pero no sé si los protejo tanto.
-Sobre el proceso de preproducción. ¿Cómo se pitchea una película como ésta?
-Hay dos capas: el fútbol es la excusa y por otro lado una cosa rara, ambigua, esta idea de la organización social, que salió de mucho registro. El proceso de pitching me sirvió para ir escribiendo la película, para encontrar, más que la forma, el discurso de la cinta, que en este caso es lo social y lo político. El documental es un género muy flexible, hay que tener cuidado con que la inseguridad se convierta en terquedad.
-¿En rodaje cómo obtienes el material?
-Es fundamental el proceso de investigación. Observar mucho, sin cámara, que hagan lo que tienen que hacer y yo escribo en un rinconcito: entiendes sus interacciones, sus lógicas, sus luces y sombras. Lo fascinante es que no suceda lo que crees que va a pasar, uno se empieza a preocupar cunado todo sale como lo habías planificado. Ellos nos hablaban mucho sobre lo que hacían, les puedo pedir algo que ellos suelen hacer pero no imponerles un discurso. Ellos entendieron que eran ellos cuando vieron la película.