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“Me aburre que la dictadura se aborde de manera tan intelectual”

Gonzalo Justiniano, director de “Cabros de mierda”, presentó su película en Ciclo de Cine UDD y conversó con los estudiantes de la carrera.

El Ciclo de Cine UDD volvió con “Cabros de mierda”, alabado filme de Gonzalo Justiniano, quien propone desde la ficción un tema que trabajó documentalmente en el pasado: la resistencia en las poblaciones de los jóvenes chilenos durante la dictadura.

La película fue exhibida en la Sala 114, hasta donde llegó una numerosa cantidad de estudiantes de la UDD, quienes tras cartón, participaron en el conversatorio moderado por la profesora Antonella Estévez y con la presencia de Gonzalo Justiniano.

-En 1984 hiciste un documental donde se instala la historia de la esta película.

-Yo vine a filmar para la televisión francesa en ese tiempo y me echaron de Chile. Al final no hice nada. El material que rescaté salió afuera pero no como documental. El proceso fue especial, siempre tuve la idea de hacer una película pero no veía entonces lo fuerte que estaba pasando, hasta que del Museo de La Memoria me pidieron material y vi esas cintas U-Matic con ellos. Estaban personas de la población La Victoria. Uno se olvida de la vida que vivó y pensar que yo filmé eso, fue muy fuerte. Ahí decidí hacer algo con esto, es importante rescatar la memoria.

-Esta película dialoga con la época de otra forma que lo hace “No”, que pone a los publicistas en primer plano. Aquí se rescata el poder y la resistencia de los movimientos en las poblaciones, como La Victoria.

-Fue una época importante de mi vida. Montarla fue una travesía emocional. Me aburre como se aborda la dictadura, de manera tan intelectual. Aquí es la historia de una joven pobladora, sin militancia, que evoca todo un mundo que estaba en los sectores populares, tan importantes en una lucha tan noble como recuperar la democracia.

-La película tiene actores profesionales y también muchos extras ¿Cómo mantuviste el equilibrio en la filmación?

-Lo que más he aprendido a cuidar en mis cintas es el casting. Cuando hice B-Happy encontré a Manuela Martelli, entre 30 niñas. Necesitaba verlas en pantalla y emocionarme. La única que no hizo nada fue ella, pero su mirada era muy evocativa. En el caso del niño Cabros de Mierda, llegó solo a ofrecerse, hacía un taller de teatro, lo vimos y quedó. El casting es muy delicado, es más importante que transmita emociones a que actúe.

-De todas las películas sobre la dictadura no hay ninguna que haya trabajado en poblaciones.

-Cuando vine a filmar en los 80, lo hacía escondido. Uno entraba a la población y estabas en territorio de nadie, rodeado de militares tratando de romper las barricadas. Ese miedo es parte de la vivencia.