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La Mala Educación: Proyecto de Periodismo UDD revela las fisuras del sistema

Durante el primer semestre de 2016, once estudiantes de Periodismo UDD, de las sedes de Santiago y Concepción, elaboraron el especial multimedia La Mala Educación, que revela historias íntimas de niños, jóvenes y adultos mayores ante los fallos de la educación chilena.

LA MALA EDUCACIÓN

En el marco de la asignatura Proyecto Multimedia Intersede, los estudiantes utilizaron herramientas digitales, texto, fotografías e historias documentales en formato audiovisual, para cubrir un tema nacional que marcó la agenda noticiosa y política de 2016. Además, durante cuatro días, los estudiantes de ambas sedes trabajaron en conjunto, como parte del desafío académico de la asignatura.

Con el objetivo de visibilizar a sectores relevantes de la población, ansiosos por contar con una instrucción de calidad que, en definitiva, les permita acceder a una vida mejor, La Mala Educación rescata las historias de adolescentes que decidieron desertar de las salas de clases por las difíciles condiciones familiares que los rodean.

Los hermanos David y Gabriel Araya, de Huechuraba, forman parte de los casi 100 mil niños y adolescentes chilenos que abandonaron el sistema educativo y que hoy enfrentan un duro escenario laboral que colisiona de frente con sus sueños personales.

También figuran los jóvenes que estudiaron en la universidad utilizando créditos bancarios, y que hoy sufren el remate de sus casas o sus bienes porque no logran pagar una deuda que, muchas veces, duplica el costo inicial de su carrera, mientras otros celebran el privilegio de la gratuidad universitaria, versus aquellos que lidian con la frustración de no haber sido beneficiados.

El especial multimedia se hace cargo, de igual manera, de una minoría silenciosa que ansía regresar a la escuela para aprender a leer y escribir, lo que conciben como una última “deuda pendiente” para con ellos mismos. Uno de cada 25 chilenos (3,7% de la población) no puede escribir su nombre, no sabe lo que dicen los documentos ni menos firmarlos, no logra leer la papeleta para votar, no entiende lo que dicen los carteles de las calles o las indicaciones de la locomoción colectiva. Son más de 500 mil personas que, actualmente, no saben leer ni escribir.

Otros estudiantes recuerdan la indefensión que los embargó cuando se enteraron que sus universidades no contaban con las mínimas condiciones para funcionar, o se dieron cuenta, al egresar, que no podrían encontrar trabajo en sus especialidades.

En tanto, muy lejos de las urbes y del debate público, en apartados pueblos de Chile, miles de niños y adolescentes campesinos asisten a clases en escuelas rurales, que cada vez son menos en todo el territorio.

La historia de los hermanos Michelle y Rafael Salgado, que asisten a la escuela G-29 de Rincón, en la comuna rural de Ninhue, Región del Biobío, forma parte del capítulo “El lento ocaso de las escuelas rurales en Chile”, que refleja una situación compleja.

La investigación “El cierre de escuelas rurales en Chile: ¿Una política de Estado?” (2013), asegura que “en el año 2007, de acuerdo a estadísticas del ministerio de Educación, había 4.345 escuelas rurales que se corresponden con el 48,5% de las escuelas básicas del país. Entre el año 2000 y el 2012, han dejado de funcionar 818 escuelas básicas rurales de dependencia municipal; 143 de ellas se cierran entre el 2010 y el 2011”.

Revisa aquí el especial multimedia.