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UN DÍA MUY CHILENO EN NUEVA YORK

Con sueño y cansancio acumulado comenzó nuestro tercer día en la ciudad que nunca duerme (New York). Nuestras caras de agotamiento eran disfrazadas por camisas y tacos. El destino de hoy era la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Sentados en nuestros ya apropiados asientos del bus, nos dimos cuenta que a las 9:00 am, Chile y New York son iguales: el tráfico, las bocinas y los gritos entre conductores malhumorados.

Un desfile de coloridas banderas nos dieron la bienvenida al imponente edificio construido a base de vidrio. Habíamos llegado a nuestro destino. Recorrimos las instalaciones de la ONU con un compatriota enviado por la Embajada de Chile, quien entregó todo de sí para hacernos sentir en casa y pese a que sufría de una enfermedad, él nos ayudó con todas sus ganas para tener un tour improvisado, a la chilena.

Luego, en nuestro tiempo libre de almuerzo, junto a seis compañeros fuimos a descansar lo que quedaba de nuestros pies. Encontramos una pequeña y “tranquila” plaza que nos ofrecía sombra, asientos y un minuto de silencio. De pronto, una vez sentados, una curiosa ardilla, se nos acercó para darnos la bienvenida a su parque. Mi grupo exaltado, rodeó a este pequeño animal como si fuera una paloma, arrojándole pan y haciendo ruidos extraños, pensando que ésta vendría como un perro.

Después de nuestra aventura en el parque, tuve la gran oportunidad de conocer dos realidades diferentes de chilenos viviendo en New York, quienes me dejaron una valiosa experiencia que de seguro me servirá para el resto de mi vida. Salomón y Nicolás, les agradeceré por siempre la oportunidad de crecer como persona y descubrir que el mundo va más allá de los límites del mar y la cordillera.

Por Francisco Barrios. Periodismo UDD