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Latinamerican Dream

bitacora 5

Ojeras, caras de cansancio y bostezos, una mañana típica para el grupo. Pero hoy algo llamó la atención, sonrisas. Sí, se sentía un entusiasmo del que no habíamos sido parte en la semana. Al fin nuestros esfuerzos habían dado frutos y nuestro trabajo comenzaba a avanzar. Los reporteos hasta tarde, las “fuentes caídas”, las transcripciones de horas y las temidas reuniones de pauta eran cosas del pasado. Ya no somos sólo compañeros de trabajo, sino que además somos amigos, haciendo lo que más nos gusta.

Como buen domingo el trabajo para el equipo fue relajado, pero mi grupo debía hacer varias entrevistas y reporteos a lo largo de la jornada, ya que era el último día en Nueva York. Nuestra primera parada fue en North Bergen. Desde el primer minuto pudimos notar que era un barrio netamente latino, debido a que la mayoría de los carteles de las tiendas estaban escritos en “spanglish”. Hicimos la primera entrevista para luego esperar el evento del día, la “Fiesta de la Hispanidad”.

Desde temprano comenzaron a llegar las delegaciones de distintos países. La mezcla de colores y de música era fascinante, podías caminar solo una cuadra y sentir que estabas “carreteando” en diferentes partes de América Latina. Colombianos, mexicanos, peruanos, bolivianos, salvadoreños y más mostraban su cultura abiertamente. Ver sus sonrisas y escuchar sus relatos fue lo que más encantaba. No había edad para disfrutar, lo único importante era experimentar la multiculturalidad que el día les ofrecía.

Por la tarde nos fuimos a China Town. Mientras nuestros compañeros recorrían el lugar, algunos nos dirigimos a la segunda entrevista del día, pero cuando nadie lo esperaba, escuchamos el grito de un chileno. Era un vendedor de maní al que aprovechamos de entrevistar espontáneamente.

Nuestra siguiente entrevista fue en Brooklyn y, como todos esperábamos, debimos viajar en el metro de Nueva York. Al entrar, Sofía comentó el mito de las estaciones y, efectivamente, lo primero que vimos fue unos pequeños roedores corriendo por las vías. Una de nuestras “mejores” experiencias en la ciudad. La llegada a Brooklyn no fue la mejor, nos perdimos por alrededor de 45 minutos. Pero terminamos conociendo un barrio residencial que aunque contrastaba completamente con Nueva York, realzaba su encanto. Por Francisca González Periodismo UDD