El director Che Sandoval conversó con los estudiantes de Cine UDD luego de pre-estrenar su nueva cinta, Soy mucho mejor que voh.
Hay una correlación entre la opera prima de Che Sandoval, Te creí la más linda (pero erí la más puta), y su nueva cinta, Soy mucho mejor que voh: la puesta en crisis de la masculinidad en un país machista como Chile.
Pero a esa continuidad temática, el joven director le agregó otra formal: hacer nuevamente una walk movie, donde todo ocurre en una noche, luego que la mujer de Cristóbal Fröhlich, apodado «El Naza» e interpretado por Sebastian Brahm, se va a Barcelona y él entra en una espiral descendente en busca de sexo, evitando enfrentar a su hijo.
El resultado es una comedia negra filmada con libertad, con momentos altísimos de humor y un relato rocanrolero que va in crescendo a medida que el personaje busca respuestas en los lugares equivocados.
Luego de la exhibición, que fue muy aplaudida, la profesora Antonella Estévez inició una conversación en que los estudiantes de Cine UDD pudieron hacer preguntas al director.
-¿Cuánto de lo que vemos está escrito en el guión?
-Todo. En mi primera película era todo intuitivo. Y de lo que salió, traté de hacer un método. Escribo el guión completo y hago que el protagonista se lo apropie. La apertura a colaborar es amplia, Sebastián Brahm (protagonista) metió muchas cosas. Hicimos lecturas de 4 horas, analizamos las escenas y rayamos todo. Es un método similar, guardando las proporciones, al de Cassavetes.
-TCLML fue celebrada por su desprolijidad, pero SMMQV es menos rabiosa.
-La primera película era un trabajo para la escuela. Ahora, que hicimos una película con financiamiento, tratamos de mantener la frescura, las actuaciones, el rocanrol. Tratamos de mantener lo bueno y mejorar lo malo, y la verdad es que mantener los aciertos fue más difícil.
_Sigue siendo tu estilo.
-Voy a aprovechar de dar un consejo a los estudiantes: siempre, antes que intentar imitar un estilo, tienen que hacer las películas suyas. Nadie puede hacer mejor una película de ustedes que ustedes mismos.
-¿Cómo lo haces para que el protagonista, que es un canalla, genere empatía.
-Las películas son vivas, cundo la veo creo que el personaje es más hijoputa de lo que yo pensaba. En las clases de guión te enseñan que un personaje debe generar empatía para que lo sigan. Mi riesgo era hacer un personaje antipático. Pero muchas cosas de él se ven mucho en la clase media chilena. Este personaje tiene adentro los grandes vicios chilenos: el clasismo, el racismo, el machismo, el abandono de los hijos. No critico al personaje pero no lo celebro tampoco.
-Cuando se estrenó la película de Lavanderos (Las cosas como son), Héctor Soto decía que los jóvenes cineastas chilenos están hablando de los hombres de su generación, pero que esos hombres eran débiles. Podemos meter también al Naza en ese grupo.
-Él no piensa en otra cosa que no quiere que su mujer le gane y en ese sentido es débil. Pero me gustaría decir otra cosa. Siempre me preguntan el momento que más me gusta del cine: escritura, rodaje o montaje. Yo digo «ensayo». Los tres tienen relevancia en el proceso creativo, de hecho en mi primer corte dije «qué hice». Hice retomas, y después cambié el final. No crean que en el guión está todo. Las películas viven solas y aparecen cosas mejores.
-Sebastián Brahm es director, hizo El Circuito de Román, una película muy cabezona. ¿Cómo trabajaste con él, que no es actor?
-Tiene el flaite chileno que es difícil de encontrarlo. Él tenía medio que lo encasillaran como sí mismo. Brahm es muy serio y muy metódico. Además es profesor de guión. Hay que saber tratar a los actores. Son súper sensibles, nunca hay que tirarles mala onda.
-¿Qué opinión tienes del cine chileno?
-Me parece que está en un gran momento, con películas muy diversas unas de otras. Le debemos algo sí: películas históricas. Ni siquiera hablo de la historia oficial sino de personajes pequeños. Hay cine para todos los gustos, pero falta esa gran película, esa obra maestra que le vamos a recomendar a nuestros hijos.
-¿Cómo te insertas en el cine chileno, en los festivales?
-Mi humor es burdo para los franceses y se que mis películas no van a entrar a la mayoría de Europa. Muchos hacen cine financiado por Europa, que termina determinando nuestro imaginario. Creo que Fábula encontró una buena fórmula: ir a los festivales pero a la competencia grande, entonces hacen cine comercial de calidad. Gloria la entiende todo el mundo. Unos encontrarán muchas capas y otros se entretendrán con la historia. Las películas las tienen que entender todos.
-Hay algo técnico en las dos películas. Parte en una lado se dirige a otro, pero siempre en exterior.
-Sí, se llama walk movie. La cámara en mano es para que el actor tenga libertad. Lo de la noche es porque soy bohemio, me caminé Santiago completo, son las historias que mejor conozco. Las personas develan más de noche, se les va el súper yo y aparece el ello.
-En términos de producción, ¿qué implica que una película sea nocturna?
-El frío fue heavy, siempre teníamos un interior para los que no estaban haciendo nada. Hice reuniones todos los días para explicar cómo se harían las escenas, todo muy programado. Además contamos con mucha comida y mucho café. Igual hubo problemas pero en el cine tiene que haber burocracia, no horizontalidad, que nadie se salte los puestos. Son rodajes donde grabamos, grabamos, grabamos, así que estábamos siempre en movimiento.