Andrés Wood presentó Violeta se fue a los cielos en la UDD y se refirió a la realidad del cine chileno. El Ciclo finaliza con Gatos Viejos el martes 13 de noviembre.
Ayer en el Aula Magna del Campus Las Condes de la UDD continuó nuestro Ciclo de Cine Chileno con dos invitados particularmente relevantes: Andrés Wood y su película Violeta se fue a los Cielos.
La cinta, que narra diferentes momentos de la vida de la cantautora Violeta Parra, marcó el año pasado la reconciliación de las audiencias con el cine chileno, desde que en 2003 otra de sus películas, Machuca, llevara también más de 400 mil espectadores.
De eso y del futuro del cine chileno habló con la periodista y profesora de Cine UDD, Antonella Estévez, quien ofició de moderadora de la charla.
-¿Qué es lo que has aprendido de Violeta se fue a los cielos a un año de su estreno?
-No la he vuelto a ver. Es curioso este oficio, porque la película se termina de completar con el público, es decir, mi relación con la película es a través de los otros. Me llegó un mail de Bruselas y en el estreno me encontré con la hija menor de Carmen Luisa Parra. Más que la cantidad de espectadores, son esos contactos micro, los que hacen que la película tenga sentido y te carga para seguir haciendo cine. Siento que recién se está completando el ciclo.
-¿Qué es entonces lo que has aprendido de la visión de los demás?
-Cada uno la interpreta de manera distinta, requiere que le pongan algo para llenarla. Pero jamás hablo del significado de mis películas porque siento que se destruye la interpretación.
-La película se la juega por retratar el mundo interno de Violeta Parra, ¿cómo transmites eso a tus colaboradores?
-Hay una idea de que no cabe entera, que los otros aportan su propia Violeta. Anclamos la película en el momento de la muerte, no es la entrevista el hilo conductor y eso nos dio una libertad total. Quedaron cosas importantes afuera, el encuentro con Víctor Jara, con Pablo Neruda, pero eso es muy desafiante aunque parezca presumido meterse en la vida interior de una artista indescifrable. Seguimos reescribiendo la película hasta el final.
-En el futuro Machuca va a ser el referente del golpe de estado. Con Violeta pasa algo similar, en EEUU se promocionó con una frase que suena fuerte: “Before Bob Dylan, in the south of the world, there was Violeta Parra”.
-Para saltar a este proyecto, necesité de un instante de conciencia, porque cuando lo piensas mucho no resulta. Con Violeta se trata de encuentros personales, historias mínimas o muy importantes para mí, como lo absurdo que podría ser que pololee con alguien escuchando esa música. De afuera parece simple pero darle muchas vueltas lo único que hace es ponerte problemas, porque Violeta es tan rica que requiere tener restricciones. Partió de las cosas que me llamaban la atención y de cómo las junto. Cosas como las canciones, la claridad con que vivió y ese mandato que tenía.
-¿Crees como en la película que se suicidó porque sentía que no tenía nada más que decir?
-Yo creo que ella no quería envejecer. Además ella se movía en un mundo de jóvenes. La gente que se relacionó con ella está viva. No creo que hubiese pensado que llegó a la etapa cúlmine de su creatividad.
-Han pasado cosas desde que filmaste Historias de fútbol en el cine chileno. Hay más calidad, tecnología, oportunidades. ¿Qué has aprendido?
-Son procesos distintos, nunca pensé que fuera a dirigir una película.. Hay muchas cosas que nunca más voy a poder hacer, una espontaneidad que ya perdí. Veo primeras películas actuales y siento que mil veces más maduras y muy profundas, y eso es porque si hay gente haciendo cine, hace que los jóvenes partan con algo. Yo ya no me fijo en hacer otra película sino que el proyecto me satisfaga. Necesito la energía de estar haciendo algo nuevo.
-¿Un cineasta que lleva sobre 400 mil personas a las salas puede vivir del cine?
-400 mil personas no deja mucho de ganancia. Financiar la película antes de hacerla es lo importante. Violeta tuvo financiamiento, aunque se cayó Francia y España, pero se sumó Argentina y Brasil. Cada uno recupera en su país, películas solamente chilenas, no se pueden hacer. Además fue muy bien producida, entró CHV, Fondart, una minera y nosotros (Wood Producciones), y así y todo ganamos un poco de plata. Antes soñaba que podía vivir de esto, pero cambié esa mentalidad. Ahora estaría muy urgido de tener que hace una nueva película y no tengo ninguna que hacer. Bajo esa perspectiva, es sano estar en el mundo real de la publicidad.
-¿Crees que el éxito de Kramer puede ser el comienzo de algo, de que los privados inviertan en el cine?
-Yo jamás voy a desmerecer las audiencias. Meter 2 millones de personas en las salas lo hace él, que es muy genial. Sinceramente espero que haga bien al cine chileno, pero suele ocurrir igual que en la agricultura, que una fruta se vende y todos se ponen a cultivarla. Lo que necesitamos son franquicias tributarias, porque es la única forma de arriesgar dinero para los privados. Y en ese sentido no puedo llegar diciendo mira Kramer, llevó 2 millones, pero sí puedo decir que existe, que alguien lo hizo. Los buenos negocios los inversionistas los van a buscar y para eso tenemos que estar conectados con las audiencias. Lo demás es suerte.