Blanca Lewin fue la invitada de honor a un nuevo Ciclo de Cine Chileno, donde se presentó la cinta Bombal de Marcelo Ferrari.
Bombal narra la historia real de una de las mujeres más importantes de la literatura iberoamericana. Genial escritora, amante obsesiva, magnética y apasionada, María Luisa Bombal logró por primera vez dar voz erótica literaria a la mujer. Una creadora cuya ceguera emocional la condujo a perder la razón y hacer de su propia vida una ficción completamente desmesurada, vengando con sangre las traiciones del amor.
Esa es la mirada que puso Marcelo Ferrari sobre la autora de La Amortajada, que ayer fue presentada en el Ciclo de Cine Chileno UDD en toda su intensidad, aunque al final la proyección sufrió un inconveniente por el que nuevamente ofrecemos disculpas a los asistentes.
El problema fue compensado por la periodista Antonella Estévez, quien realizó una interesante entrevista a Blanca Lewin, intérprete de esta intensa Bombal y Marcelo Ferrari, quienes hablaron de la escritora, la película, la época y las emociones.
-Lo primero es decir que esta no es una película historiográfica sobre Bombal, sino una mirada sobre algunos de sus momentos más caóticos y que terminan con un disparo a su ex amante. ¿Por qué elegiste no contar todo?
Marcelo: Es una opción. Está la visión historiográfica el contar todo: la niñez, sus primeros amores, sus padres, su vida en Europa, pero se corre el riesgo de por abarcar mucho y apretar poco. Yo elegí meterme dentro de la cabeza, en el corazón de alguien tan complejo. María Luisa Bombal era una mujer muy de derecha, enamorada de un militar de ultra derecha (Eulogio Sánchez), pero su línea moral era liberal, era amiga de Neruda y él la apreciaba mucho, sin decir que era una genio literariamente. Ella tenía un juicio distinto, pero el día que le dispara a Sánchez lo cruza completamente. Creo que ahí está la clave de ese personaje tan complejo.
-Blanca, entiendo que la estudiaste durante varios años, ¿cómo te preparas para exponerte a este momento complejo en su vida?
Blanca: El actor en su trabajo también debe seleccionar. Eliminar lo accesorio y fijarse en lo que quieres comunicar. Esta semana en que transcurre la película es una ficción, tiene hechos de 10 años antes, de hecho cuando le dispara habían pasado 8 años. Es rarísimo, pero el hecho de hacer un momento escueto de su vida no me impedía hacer una investigación completa.
-Formalmente la película corre un riesgo, es una cinta de plano cerrado, mucho plano medios y mucho rostro. ¿Por qué?
Marcelo: Cuándo empezamos a filmar, con el equipo de Fotografía y Arte vimos películas que nos diera la luz de lo que queríamos seguir y descubrimos tres conceptos: una película minimalista, intensa y elegante. No muchos personajes, sino ella, acompañarla, verla en todos los momentos en que ocurren los hechos emocionales. Queríamos sentir su respiración, captar cada emoción, cruzarnos solamente con los otros personajes. Salvo tres o cuatro momentos en que necesitábamos tomar distancia. Además todo fue plano secuencia, lo que permitió mantener la intensidad.
-La cámara está muy cerca porque no está con zoom, ¿cómo olvidas que la cámara está ahí?
Blanca: Ahí te comunicas con la cámara no con el actor. No es difícil, es un ejercicio de vanidad tremendo, jajaja. Es un ejercicio de autoconciencia, no hay que actuar mucho, porque cualquier gesto se va a notar mucho. Más que actuar hay que mantener un estado.
-A los 20 minutos de película uno dice “mijita, no es por ahí la cosa, huya”. Pero decidimos seguirla, ¿cómo lo haces tú para no juzgar al personaje?
Blanca: Tiene que ver con la capacidad de no mirar los aspectos del personaje como negativos. No pensarla como locamente obsesionada, sino enamorada, no estúpida sino inmadura, cuando empiezas a tener compasión por el personaje encuentras su motivación. Compasión no significa no tener lástima sino acompañar en el padecer.
-El cine crea imaginarios del pasado. ¿Qué es lo que ustedes creen que merece la pena recordarse?
Marcelo: Es inevitable pensar que lo que uno hace es una mirada subjetiva, que no puede ser única y que explique del todo una figura y una época, donde todo puede ser mirado desde muchos lados. Uno intenta descargarse de todo, enfocarse en los temas que quiere mostrar. Entendiendo que queríamos una buena historia en términos humanos, fuimos limpiando.
-En eso el Arte cumple un papel significativo en este filme.
Marcelo: Al momento de filmar hay dos partes que gozo. La primera es con los actores, sentir, las ideas que traen, etc. Y la otra es el arte: es un trabajo de recreación con materiales muy concretos. Vamos creando un mundo inexistente que frente a la cámara aparece. Optamos por un camino minimalista, intenso y elegante. El vestuario muy elegante, con colores fuertes, loa ambientes, con telas, elementos de madera noble. Es como pintar con objetos. Quedó muy pregnante, con elementos que se instalan en la mente y que cuesta sacárselos.
-Esta no es tu primera película de época. De Neftalí a Pablo, Sub Terra ¿Por qué?
Marcelo: Llegué por casualidad al cine de época y me fui enamorando. Es emocionante construir mundos que no existen, como lo hace el cine en general. Pero cuando construyes mundos que además no existen en la época, es más emocionante. Aunque sea caro, difícil, eso es magia. Los personajes literarios son muy valiosos. Cuando trabajas con ellos y hay repercusiones, es mucho más satisfactorio. Con Subterra, se habló más de Lota, que estaba muy abandonado entonces y repuntó el turismo. Con Bombal se reeditó una novela. La película cumple un rol pero generar más cosas es muy gratificante.