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“El cine es muy latero cuando se pone pedagógico y pedestre”

Sebastián Lelio volvió a la UDD para presentar su última película, «El año del tigre», en el Ciclo de Cine Chileno y conversar con Marcelo Ferrari y sus antiguos alumnos.

Egresado de la Escuela de cine de Chile a mediados de los 90, Sebastián Lelio ha dirigido cortometrajes, videos musicales, la exitosa serie documental “Mi mundo privado” (nominada a los premios EMI) e incluso un documental titulado CERO, en co-dirección con Carlos Fuentes y basado en material inédito de la caída de las Torres gemelas.

Su primer largometraje, “La Sagrada Familia” (2005), fue seleccionado en más de 100 festivales y es dueño de 28 premios internacionales. Su segundo largometraje, Navidad, fue apadrinado por la Residencia del festival de Cannes 2007- y su último estreno, el año del tigre, el mismo que ayer presentó en el Aula Magna del Campus Las Condes, participó en la competencia internacional de Locarno (Suiza), algo que no ocurría desde Tres Tristes Tigres de Raúl Ruiz.

En sus filmes, Lelio ha privilegiado la tecnología digital, utilizando guiones sin diálogos, improvisación y mucho trabajo de montaje. Lo hizo en El año del tigre, un filme contemplativo sobre la libertad mediante la anécdota de un reo que escapa con el terremoto pero que afuera no encuentra ya nada.

Tras la exhibición de la película, Marcelo Ferrari, director de Cine UDD, conversó con Sebastián Lelio, un viejo conocido de esta escuela, pues fue durante varios años, profesor de la Especialidad en Dirección I y II. Según dijo el cineasta, “me siento parte, tengo mucho afecto por quienes trabajan aquí y sobre todo por los alumnos”.

Ferrari: Has dicho que es ésta es una película de mucha urgencia. Cuéntanos cómo se gestó.

Lelio: Es una película que se metió de forma sísmica. Estaba con Gonzalo Maza (guionista) escribiendo otro guión cuando vimos en la tele, entre las noticias de las réplicas del terremoto, la noticia de que en diferentes cárceles varios reclusos habían escapado. Gonzalo dijo “eso es una película”. Con la idea de un fugitivo hablamos de filmar ahora, sobre las ruinas, un escenario conmovedor. Luego vimos otra noticia, que el tsunami arrastró a un circo. Al león lo mataron y al tigre lo capturaron. Esa imagen elevó la historia a categoría de película. Ahí llamamos a Juan de Dios Larraín (productor), le contamos la idea en un párrafo, y nos dijo “denme un día”. Al otro día me preguntó si podía filmar en tres samanas mas. Armé un equipo y así fue.

F: ¿Había un guión? ¿cuál fue el modelo?

L: Teníamos un guión de 15 paginas sin ningún diálogo. Lo escribimos viajando, enriqueciéndolo en la medida que nos topábamos con la realidad. Esa casa blanca mordida por el mar que sale al principio es producto de esa observación. Recorrimos un radio de 100 kilómetros (en la 7ma Región) entre Curepto, Duao, Iloca y Constitución. Y rodamos en 12 días.

F: La dirección de actores, lo has explicado, es un sello de tu cine. En esta cinta hay omentos notables de los actores. ¿Cómo logras que esos seres humanos comuniquen cosas sin parecer que estuviesen actuando?

L: Cada película es un desafío distinto. Me gusta filmar en esa zona donde el límite entre la realidad y la ficción es difuso. La cámara no puede hacer ficción, solo documentar. La ficción está en la narrativa, en los actores haciendo un papel, que es lo que documenta la cámara. Entonces busco generar la sensación de ver personas, no personajes. Mi estrategia ha sido evitar los diálogos escritos y poner actores a resolver desde otra forma. El guión es un mapa, una ruta donde se sugieres temas y después de muchas horas de filmación te vas encontrando con pepitas de oro que quedan en el montaje final.

F: La música en el año del tigre tiene un rol fundamental. ¿Por qué no en tus otras películas?

L: Fue por contraste. Hay tanta desolación en este filme, que la música está para ser un actor más, está queriendo decir algo. Esperaba no usar  música pero se hizo necesario escuchar más voces humanas. Durante el rodaje me di cuenta que era como filmar la historia de Job (relato bíblico sobre un hombre al que dios le quita casa, familia, todo lo que tiene, para probar su fe). Ahí la dimensión religiosa entró y quisimos reflejarlo en forma de música de cantos parroquiales.

Estudiante: ¿Cómo fue el plan de distribución?

L: La distribuidora Fanny Baloons la tomó en Locarno, y ha dado mucha vueltas en Europa. A diferencia de otras cintas mías, ha salido poco a salas de cine, pero sí mucho a televisión, lo que me llama la atención por ser una película dura, tosca, no tan bien filmada en el sentido televisivo. En Chile BF hizo su saludo a la bandera entre Los vengadores y Prometeo. Se suele hacer estos circuitos internacionales en términos de validación, para que lleguen blindadas. La crítica en Chile fue súper buena, casi redonda -lo que no había ocurrido con mis otras películas-, pero eso no tiene ninguna relación con que la gente vaya a la sala. Es un tema complejo.

Ferrari: Sin duda lo es. Después de una época en que hubo una conexión con el público, con filme más masivos, más comerciales, pero también otras mas difíciles, hoy las películas chilenas reciben grandes aplausos pero la gente no va a verlas. ¿Cuál es tu reflexión?

L: Ese es un monstruo de varias cabezas. Lo principal es un factor cultural. Lo que está pasando en el cine chileno, en cuanto a cantidad y periodicidad de películas es algo solo comparable con lo que pasó en Chile a fines de los 60. Sin embargo, hoy está todo americanizado, ni siquiera encuentras cine francés, italiano, español, porque los exhibidores actúan con una cierta irresponsabilidad y menosprecio. Creo que en una ciudad moderna de 7 millones de habitantes, hay 20 mil que quieren ver El año del tigre. Pero si está una semana en cartelera y luego otra semana en Vip, a siete lucas… al final la vieron 4 mil personas. No me siento responsable de eso.

Espectadora: La gente del cine no tiene la fuerza para pelear una ley de cuota mínima de pantalla. Debería existir una ley que resguarde al audiovisual.

L: El de los exhibidores es un negocio difícil, pegar un manotazo es imposible. Yo me declaro culpable por no hacer mucho al respecto.

Estudiante: Es obvio que las cintas gringas tienen dinero. Qué piensas de que películas como la tuya encuentren su público en internet, si el problema es que no alcanzan a verla en cine. Eso podría ser suficiente para convencer a los distribuidores. Así lo hace Fuguet en su página.

L: Lo de Fuguet es interesante, valiosísimo pero nadie gana plata así. Por lo menos uno intenta pagar las deudas. No creo que pase por ese lado. Con Violeta se fue a los cielos, que tuvo 500 mil espectadores, en un comienzo los distribuidores no querían poner las copias que finalmente tuvo. Y pasa con Andrés Wood, que es un cineasta que ha tenido mucho éxito en salas.

Ferrari: Acabas de terminar de rodar Gloria, cuéntanos sobre esta nueva cinta.

L: Es una película muy nueva para mí, con muchas locaciones y angulaciones de cámara. Se trata de una mujer de 58 años, parte de la última generación de mujeres criadas para el matrimonio, que vuelve al mundo de la soltería sin herramientas. Deambula en lugares para solteros adultos. Es una cinta de gente grande, centrada siempre en la actriz Paulina (Pali) García.

Espectadora: Me gustó lo de tu dirección actoral, más colectiva, sacó cosas buenas de los actores. Me llamó la atención lo del tigre, algo debe significar. El protagonista tiene ternura con el animal pero mata un hombre. ¿cómo amarras ese tigre en la historia?

L: Es una pregunta fantástica porque no tengo respuesta. El cine da para preguntas no respuestas. El cine es muy latero cuando se pone pedagógico y pedestre y muy interesante cuando es ambiguo y tiene signos de fantasía y vacío. Las películas son gatillantes de las fantasías de los espectadores. El monolito de 2001 es una rajadura negra en la pantalla que uno llena de su propia interioridad. Eso lo hace religioso: el espectador se vincula en la creencia de que esos signos tienen sentido. Tampoco la inclusión del tigre es inocente: el prisionero y el tigre son victimas del sistema, son bestias, arrojados a una libertad ilusoria. Son como lo mismo.