El director de Anónimo dialogó con sus colegas de la competencia local sobre la realidad local, donde converge un cine de autor alentado por las libertades que permite el digital.
Sólo faltó la directora de El Mocito, Marcela Said. A pesar de la ausencia de la mirada documental de la cineasta, la Mesa Redonda de directores de la competencia Largometrajes Chilenos fue igualmente provechosa en el salón auditorio de la Carpa de la Ciencia del Cecs.
En una charla moderada por la periodista Antonella Estévez, el director de la película de egreso de Cine UDD, Renato Pérez, tuvo la oportunidad de dialogar sobre el estado actual de la disciplina en Chile con sus colegas Jairo Boisier (La jubilada), Alberto Fuguet (Música campesina), Rodrigo Marín (Zoológico) y Roberto Farías (Quiero entrar).
¿Es éste un grupo representativo del novísimo cine chileno? Según Antonella Estévez, lo es más bien de una curatoría como la del FICV, que apuesta por el cine más vanguardista, de autor, con un fuerte enfoque en la puesta en escena
“Las respuestas de los directores dan cuenta de que hoy se pueden hacer este tipo de películas más personales, por el cine digital, equipos chicos, presupuestos bajos. Todas fueron películas muy baratas, sin grandes inversiones y por lo tanto con mucha libertad. Todos entienden que no pueden vivir del cine”.
Según Renato Pérez, la conversación sirvió para poner de manifiesto los puntos en común de esta generación de cineastas: “Creo que las libertades del digital, entre ellas, el no tener la necesidad de recuperar la plata enérgicamente, permite la exploración, que exista mucho cine y que coexistan perspectivas distintas”.