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Patricio Guzmán es homenajeado en festival de cine argentino

El encuentro de filmes independientes, BAFICI, realizó una retrospectiva de Patricio Guzmán, quien actualmente tiene su más reciente cinta “Nostalgia de la luz” en carteleras francesas, estadounidenses y alemanas.

DPA. «Lo que nos hace falta en América Latina es una nueva generación de historiadores que revise el pasado de una manera más científica», afirmó el documentalista chileno Patricio Guzmán, que hizo de la lucha contra el olvido el eje de su filmografía y se encuentra en Buenos Aires como invitado del Festival de Cine Independiente (BAFICI), que le dedica una retrospectiva.

«Estamos llenos de héroes de cartón piedra. Cuando paso frente a las estatuas en las ciudades latinoamericanas no creo en ellas, creo que son alegorías», completó el director.

En el BAFICI se pueden ver, además de su legendario tríptico documental «La batalla de Chile» (1972-1979), sobre el último año de Salvador Allende en el poder, «La cruz del sur» (1989-1992), sobre la religiosidad popular en América del Sur, el documental que rodó sobre él la colombiana Catalina Villar, «Patricio Guzmán, une histoire» (2001) y su más reciente film, «Nostalgia de la luz», que el año pasado se llevó el premio al mejor documental europeo, el Prix Arte.

Con el impresionante desierto de Atacama como escenario, «Nostalgia de la luz» reflexiona sobre los orígenes del universo, el pasado y futuro, la memoria y los muertos. Por un lado, están los astrónomos que escrutan el cielo desde el observatorio emplazado en ese lugar de cielos diáfanos y clima seco; por el otro, las llamadas «mujeres de Calama» que, ayudadas de pequeñas palitas, buscan en la inmensidad de Atacama los restos de su propia historia, la de sus parientes desaparecidos por la dictadura.

«Lo que más ayuda es la ciencia. La historia de Chile no tiene costados negativos, todo son triunfos, victorias, y no hay una crítica histórica, científica, moderna. El cine también puede recurrir a la ciencia, de hecho en mi última película acudí a la astronomía, la arqueología y la geología. Mientras más se hable del pasado de una manera solvente y creativa, tanto mejor», apuntó el director, quien cree que «el deber del artista es encontrar nuevas fórmulas poéticas y creativas para abordar los temas de siempre».

«Si tú continúas en la vía del reportaje, con películas muy pegadas a la tierra, de denuncia inmediata, desgraciadamente caes en el estereotipo y el público no te sigue.

Nuestro deber es estar alertas creativamente para siempre proponer al espectador soluciones audaces, temerarias, de búsqueda». Sin embargo, estas apuestas temerarias suelen ser, también, las más difíciles. «Para mí representó un gran riesgo, porque muchos canales de televisión no entendieron la idea y no me apoyaron económicamente. Esta película aún tiene déficit, aunque haya llevado 61.000 espectadores en Francia y llevemos allí 28 semanas en cartelera», explicó.

«Nostalgia de la luz» también está actualmente en cartel en Estados Unidos y Alemania. De todas formas, para el cineasta, que vive desde los años 70 en París, no hay otra forma de encarar su trabajo que no sea poéticamente. «La poesía es un vehículo de emoción y de acercamiento personal. Cuando yo arranco la película hablando de mi infancia, tomo al espectador del brazo y lo arrastro a una historia que es atractiva porque es poética, no por la información que yo le doy. Pienso que la poesía es un elemento de unidad humana. En el fondo es una manera de seducir, es una forma de amor».

El desierto, para Guzmán, «es en sí mismo un gran territorio del pasado». «Hay petroglifos, peces petrificados, las viejas minas del salitre, que son 80 ciudades abandonadas, casi fantasmas. La sequedad es tan alta que nada se echa a perder, todo permanece. En el caso de los cuerpos humanos, la piel no se pudre, de tal manera que encuentras momias antiguas y hasta los cuerpos casi intactos de algunos presos políticos. Todos estos elementos me llevaron a pensar que había una película potencialmente extraordinaria en ese lugar. Me fascinó».

«Imagínate un desierto donde hay cuerpos humanos transformados en pequeños asteroides microscópicos, es completamente insólito». Es así como la ya septuagenaria Victoria Berríos, que busca los restos de su novio desde hace 30 años en el desierto, dice en una parte del film: «Ojalá los telescopios no miraran sólo al cielo y pudieran traspasar la tierra para poderlos ubicar»; mientras que el joven astrónomo Gaspar Galaz reflexiona sobre la búsqueda de estas mujeres: «Es como si mi madre estuviera en Andrómeda, mi padre en Sagitario, y yo estuviese tratando de ubicarlos con un telescopio… sería imposible. La diferencia es que yo duermo tranquilo, estas mujeres no».