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Juan Ignacio Correa: “Éste es el minuto para soñar”

Quería ser director pero a sus 26 años, nuestro profesor de Industria Audiovisual es uno de los productores ejecutivos más promisorios del cine nacional. Responsable de filmes como “Post mortem» y “El año del tigre” , habla de su exitoso paso por el Festival de Guadalajara con «Las niñas Quispe» y el futuro internacional de la premiada cinta de egreso “Anónimo”.

Hace unos días, durante la presentación de la ceremonia “Flashback” de Cine UDD, el rostro de Juan Ignacio Correa se colaba en la pantalla como un adicto a los videojuegos en un divertido corto de hace varios años. En ese tiempo el ahora profesor de Industria Audiovisual se había convertido en parte de la primera generación de estudiantes de Cine UDD, y como la mayoría, soñaba con convertirse en director. Incluso en Primer Año dirigió, pero el azar metió la cola.

“En el verano pasando a 2º año entré con un compañero a hacer una práctica en una productora de publicidad. Había un cupo como asistente de dirección y otro en producción. Debíamos elegir quién tomaba cuál. Meses antes yo había hecho otra práctica como asistente de dirección, por tanto quise probar la otra área. Me gustó tanto, que desde ese momento, nunca dejé de producir”, recuerda.

Correa fue el encargado de producir el largometraje de egreso dirigido por Renato Pérez, “Anónimo” (2010), premiado con el fondo Ibermedia y seleccionado en el Work in Progress de SANFIC 2010. Eso por el lado académico, porque como productor de Fábula, regresó del Festival de Cine de Guadalajara, donde “Post mortem” se llevó tres distinciones y “Las niñas Quispe” -cinta de Sebastián Sepúlveda sobre tres hermanas que se ahorcaron en los ’80 cuando el régimen militar prohibió el pastoreo y de la que Correa también es productor-, sumó al Fonds Sud obtenido en Francia, el financiamiento para hacer la post producción en los emblemáticos Estudios Churubusco (México), por donde han pasado películas como “La máscara del zorro”.

-La historia de las hermanas Quispe es un material muy atractivo para hacer una película pero es evidente que ninguna historia es suficiente para financiarla. ¿Cuáles fueron los argumentos con los que recibieron los premios de Guadalajara y Fonds Sud? -Vamos por partes. Respecto al premio en Guadalajara, lo que más cautivó al jurado fue el dramatismo de la historia, la humanidad de los personajes, lo contingente del conflicto central (el avasallador avance del “progreso” y la “modernidad” v/s la tradición de un pueblo originario), la belleza de las locaciones y la experiencia del director Sebastián Sepúlveda trabajando en lugares agrestes y con personajes del mundo indígena. Ello sumado al punto de vista de Sebastián, que logró seducir a todos los integrantes del jurado. En relación al Fonds Sud, no existió una instancia en la cual los evaluadores nos comunicaran su feedback respecto al proyecto, por tanto no manejamos mayores antecedentes. Sí estamos convencidos de la universalidad de las temáticas abordadas en la película, de su apuesta expresiva y artística y de las posibilidades de difusión internacional de la obra. Sin duda éstos y otros elementos, los llevaron a apoyar el proyecto, el único de Latinoamérica que fue beneficiado en la reciente convocatoria.

-¿Es cierto que cuando anunciaron que la cinta obtuvo el premio, precisamente estabas persuadiendo a una financista? ¿Qué ocurrió?
-Efectivamente. Antes de que anunciaran el premio, me invitaron a una entrevista radial donde también estuvo presente una productora colombiana. No la conocía, por tanto acordamos reunirnos minutos antes de la premiación. Me interesaba hablarle del proyecto y ver qué posibilidades de conseguir financiamiento existían en Colombia. El premio nos tomó por sorpresa. En el mismo instante en que dieron a conocer al ganador, yo estaba computador en mano, mostrándole el libro de arte de la película. No podíamos creer que hubiéramos ganado. Los dos años anteriores, habían ganado proyectos mexicanos y mucho más comerciales que el nuestro.

-Hace tres años ya que partió el proyecto de “Las niñas Quispe» y recién en octubre se filmará ¿Qué consejos les entregas a tus alumnos sobre los tiempos de los filmes?
-Como consejo les digo, aunque suene cliché, que sean pacientes y no sucumban ante la ansiedad. Muchas veces ocurre que postulas a un fondo y no lo ganas. Te quieres morir. Pero resulta que al año siguiente cambian los evaluadores y lo ganas. O te das cuenta que tenía ciertas pifias, las cuales al ser corregidas, lo vuelven un proyecto mucho más sólido y competitivo. Estoy convencido de que cada obra que posea potencial para ser un producto de calidad, en algún minuto llegará a ver la luz. Tenemos que ser constantes y esperar el momento indicado. “Las Niñas Quispe” es un ejemplo de ello. Hace tres semanas no teníamos casi ningún peso para rodar. En ése lapso de tiempo ganamos Fonds Sud y Guadalajara y el panorama cambió. Valió la pena la espera.

-A pesar de ser una cinta de estudiantes, “Anónimo” es seleccionada en festivales y pelea de igual a igual con películas de directores consagrados ¿Cuál es su futuro?
-Éste es el minuto para soñar. Debemos apuntar alto. En términos de festivales, debemos intentar estrenar en un festival importante europeo. Locarno sería el premio gordo. Es clave para ésta película hacer un extenso recorrido por festivales. Así se dará a conocer nuestro trabajo y sobre todo el talento del director Renato Pérez. Si ello ocurre, Renato quedará muy bien parado para realizar su próxima película…

-¿Apuntan a distribuirla afuera?
-La distribución internacional es compleja. Ello se debe a varios factores. Es una película pequeña y los compradores foráneos son reticentes a apostar por proyectos de riesgo. Prefieren la sangría calada (realizador con trayectoria, elenco reconocido). Sin embargo «Anónimo» opera desde un lugar emocional que ha logrado cautivar a la gente que la ha visto, tanto en Chile como afuera, por tanto puede ser una de las sorpresas de los mercados venideros. En ese sentido es clave la rotación que tenga en festivales. Si logra cosechar premios y críticas favorables, las posibilidades de distribución se amplían enormemente. Hay que esperar las reacciones del público y la prensa especializada.

-¿Tendrá estreno comercial en Chile?
-Obviamente nuestro sueño es estrenar en Chile y que nuestra gente pueda verla. Nuestra estrategia inicial es lanzarla localmente a fines de año, colocándola en un par de salas tradicionales y en otras que apuesten por el cine más de autor en formato digital. La competencia con las megaproducciones norteamericanas es terrible, y si no cumples con las expectativas la primera semana te sacan. Por tanto es una excelente iniciativa posicionarla en circuitos más alternativos a fin de que pueda permanecer más tiempo en cartelera y ser vista por un mayor número de espectadores. Casos recientes como «Te creís la más linda (pero erís la más puta)» y «Manuel de Rivera», han apostado exitosamente por esos circuitos. Es un modelo que hay que tener en cuenta y replicar.

-¿Cómo llegaste a Fábula y cómo ha resultado esa experiencia (como productor de Post Mortem) por ejemplo para el éxito que ha tenido «Anónimo»?
-A Fabula entré cuando aún estudiaba. En el verano pasando a 3º año. Llegué gracias a que Juan de Dios Larraín fue profesor nuestro en Producción Ejecutiva I. Quería trabajar en las vacaciones con el fin de poner en práctica lo aprendido en clases y ganar experiencia profesional. Me recibió con la condición de quedarme. No le interesaba que fuera sólo una pasantía veraniega. Era una tremenda oportunidad que no dudé en aceptar. Desde ese momento, la experiencia ha sido extraordinaria y el aprendizaje constante. He tenido la suerte de participar en proyectos exitosos, como “Tony Manero” y “Post Mortem”, gracias a los cuales he podido aprender a abordar una producción desde su etapa seminal hasta que la vemos exhibida en todo tipo de ventanas. También he podido viajar y conocer a los principales actores internacionales de la producción audiovisual. Sin duda es ahí donde más he aprendido. Tenemos que darnos cuenta lo pequeños que somos y lo mucho que hay aún por hacer. Nuestras películas deben cruzar nuestras fronteras. Ésa es la clave para desarrollar productos exitosos. Y para ello debemos construir redes internacionales que nos puedan apoyar desde las etapas iniciales del proceso. Hay que postular a -Lo cuanto fondo, mercado y encuentro exista. Sólo así podremos dar a conocer nuestro proyecto y contactar potenciales socios.

-Imagino que fue aplicado a «Anónimo».

-Con “Anónimo” trabajamos en esa línea. En un primer momento postulamos a fondos de desarrollo y producción y luego a Work In Progress. Fuimos seleccionados para participar en el Seminario de Guión y Producción IBERMEDIA-UNIACC, durante el cual, destacados profesionales internacionales analizaron el proyecto y nos dieron una serie de consejos que contribuyeron a hacer de «Anónimo» una obra más sólida. Luego participamos en el Work In Progress de SANFIC, donde si bien no ganamos, el haber sido uno de los 6 finalistas (de entre más de 30 postulantes), y competir con realizadores de gran trayectoria, fue un tremendo logro. También postulamos a Cine en Construcción de San Sebastián. No nos seleccionaron en aquel momento, pero la película gustó tanto a algunos miembros del jurado, que ellos mismos nos invitaron a participar del Festival de San Sebastián con la película terminada. Volvemos al tema de la paciencia. El no haber quedado en Cine en Construcción pudo haber sido un balde de agua fría en su minuto. Había que esperar.

-¿Qué elementos rescatas de tu paso por Cine UDD?
-Difícil responder en pocas líneas una pregunta tan amplia. La verdad es que son muchísimos factores. Por ello me gustaría detenerme en uno que considero fundamental: el nivel de los profesores. La gran diferencia que tiene la UDD con las otras escuelas es que en ella hacen clases profesionales que además de ser excelentes docentes, son actores vinculados activamente en el rubro. Ello permite que los alumnos estén al tanto permanentemente de qué se está haciendo, de cuáles son las vicisitudes de la industria actual y tengan las puertas abiertas para empezar a hacer carrera en los proyectos ejecutados por sus propios profesores. Éste último punto es clave. Cuando uno sale de la universidad suele ser un desconocido y cuesta mucho colocarse en el radar de las productoras. Por ello, el conocer directamente a los principales ejecutores del área, y que ellos sepan de qué somos capaces, es un tremendo apoyo para dar los primeros pasos en el ambiente laboral.

-En el último tiempo el cine chileno se llena de premios y financiamientos internacionales pero no de una respuesta significativa del público chileno. Lo has visto de cerca con “Post mortem”. ¿Crees que es posible combinar eso con un cine más cercano al público chileno?
-Ojalá tuviera una respuesta contundente para esta pregunta. Lamentablemente nadie la tiene, de ahí la situación actual. Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que nuestro mercado es muy pequeño y la competencia con los títulos de Hollywood es feroz. Por otro lado en Chile no existe el hábito de ir regularmente al cine. El promedio de asistencia anual por anual habitante el 2010 fue de menos del 0,9% versus otros países que se empinan por sobre el 2,5%. Por ello la demanda es menor. Los premios internacionales sin duda ayudan a tener difusión mediática pero no garantizan taquilla. Aún así, en ciertos casos, películas chilenas han logrado inusitado éxito en el mercado local. Ello se debe fundamentalmente a que abordaron temas que conectaron con el público. A eso es lo que debemos apuntar y creo que no lo estamos haciendo. Te pongo un ejemplo: El año pasado, los seis géneros cinematográficos más exitosos en salas chilenas fueron acción, aventuras, ciencia ficción, terror, animación y comedia. Ellos capitalizaron casi el 90% del box office. De los estrenos nacionales del 2010, sólo hubo 2 comedias (de las cuales una llevo menos de 900 espectadores), una sola película de acción y una de aventuras (ninguna de las cuales superó los 13.000 espectadores). Por tanto estamos dejando de lado 3 de los 5 géneros más populares (aventuras, ciencia ficción y terror). En cambio, de los 15 estrenos nacionales, 7 fueron dramas (octavo género en las preferencias del público), representando sólo el 18% del total de taquilla de las películas nacionales.

-…
-En términos simples, casi la mitad de nuestra producción anual, correspondió a un género que atrae a 1/5 de los consumidores de cine chileno. En términos de audiencia, claramente no estamos abordando los temas que la gente quiere ver. Es un asunto sumamente discutible, pero poniendo atención a las cifras, nos damos cuenta que la gran mayoría del público va al cine en busca de entretención y a evadir por unas horas de la realidad cotidiana. Por ello, películas de mayor complejidad y que abordan tópicos controversiales y dramáticos, en la mayoría de los casos, no logran gozar del beneplácito de la masa.  Con esto no quiero decir que tenemos que hacer solo películas de acción o ciencia ficción ya que nuestros presupuestos difícilmente lo permiten. Sí que tenemos que recobrar géneros exitosos como la comedia, que históricamente nos ha entregado nuestros mayores éxitos comerciales, o experimentar en otros no tan explotados como el terror, que no requieren una inversión exorbitante y pueden generar altos ingresos. El cine de autor debe seguir gozando de buena salud ya que nos ha dado muchas alegrías en términos de premios y difusión internacional. Pero nos estaremos engañando si pretendemos que ese tipo de películas sean rotundos logros en taquilla. Hay que velar por el equilibrio y una ecuación racional mediante la cual, por un lado, sigamos cosechando éxito internacional en galardones y crítica, y por otro, volvamos a encantar a nuestro público. Y aunque resulte difícil, ambos objetivos pueden llegar a ser complementarios. Qué mejor ejemplo que la película argentina «El secreto de sus ojos», una cinta con un punto de vista autoral claro y que logró emocionar a sus compatriotas y el resto del mundo, transformándose en un tremendo éxito de taquilla a nivel global. El oscar a mejor película extranjera fue solo la guinda de la torta. A eso debemos apuntar.