Hijo de un médico y sobrino del veterano director de películas argentino Manuel Antín, el crítico de cine Quintín (Eduardo Antín) entró al mundo de las reseñas cinematográficas desde la rabia y la decepción: «Nos gustaba el cine junto a un grupo de amigos, pero no nos creíamos nada de lo que leíamos en los periódicos», cuenta el creador de la revista de cine más influyente de Latinoamérica (El Amante) y director de la primera edición del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires.
Como la prensa tradicional nunca ha estado aliada con Quintín y sus textos se distribuyen en blogs y revistas varias, es difícil acceder sistematizadamente a su obra. Hasta ahora no existía ningún libro que recogiera las divagaciones, opiniones y críticas de Quintín, pero el vacío se llenó este fin de semana, al lanzarse en el Festival de Valdivia el libro Luz y sombra en Cannes (Nueve años en el centro del cine contemporáneo). El volumen, publicado por Uqbar, recoge la experiencia que el crítico transandino acumuló entre los años 1997 y 2005 yendo al festival más importante del mundo junto a su esposa, la también crítica Flavia de la Fuente.Como el mismo lo reconoce, varias de las opiniones vertidas allí han sufrido ligeros o radicales cambios de parecer en el tiempo.
¿Quiénes le gustaron y luego decepcionaron?
Michael Haneke, que ganó Cannes con La cinta blanca. Cuando recién lo conocí fue en la época que hizo Funny games, en 1997. Me pareció una película impresionante hecha por este tipo tímido, con aspecto de profesor austríaco de colegio, a quien nadie conocía. Luego se metió en el sistema de los festivales, sus películas se fueron adoptando a los requerimientos de los programadores, dejó de ser un transgresor y se la creyó. Se transformó en un demagogo de su propia obra.
¿Con Raúl Ruiz le pasó lo contrario?
Sí, conocí el cine de Raúl Ruiz en 1999, cuando presentaba El tiempo recobrado en Cannes. Me chocó un poco el ensalzamiento en que lo tenían los franceses. Sin embargo, luego conocí en persona a Ruiz y me pareció un hombre fascinante, despierto y con el que descubrí muchas afinidades. Me parece uno de los grandes directores actuales, porque hace el cine que quiere, al ritmo que se le da la gana, con los recursos que encuentra y sin someterse a ningún comité de coproducción mundial: un cineasta único…
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