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Ignacio Agüero dictó charla en Cine UDD

Antes el destacado cineasta presentó su más famoso documental en una actividad académica que reunió a estudiantes de 1ero a 4to año.

Las obras de Agüero son hitos fundamentales en la historia del documental chileno, pues ha conseguido un relato continuo y coherente de algunos aspectos claves de la historia chilena reciente, tanto de la dictadura, como de la transición. En No olvidar (1982), su filme inicial, toca el tema de la “masacre de los hornos de Lonquén”, cometida en 1978 y descubierta pocos años después. En “Como me da la gana” (1985) registra las motivaciones de los cineastas de la época.

En “Cien niños esperando un tren” (1988), filmación de una experiencia pedagógica realizada en el Cine Normandie con niños de una población periférica y que muestra las contradicciones de un país profundamente desigual desde la mirada de los niños. En “Aquí se construye” (2000), aborda un fenómeno propio de la “modernidad”: la demolición de barrios enteros para dar paso a enormes edificios de departamentos. En 2012 estrena su personal documental “El otro día”, que comienza en su casa filmando a las personas que tocan su puerta y termina en sus casas en los bordes de la capital conociendo sus verdaderas vidas, al mismo tiempo que escudriña en la propia.

El diario de Agustín es su documental más conocido, y con seguridad, el más comentado de la última década. El filme que desenmascara la participación de Agustín Edwards en el Golpe de 1973 y de su diario, El Mercurio, como herramienta de manipulación y ocultación de información durante la dictadura, ha sufrido la censura al ser comprado y no exhibido, primero por TVN y luego por ARTV.

Sin embargo eso no ha impedido que el documental sea uno de los más vistos. Desde 2008 no ha dejado de exhibirse en foros y encuentros universitarios, como el que vivió ayer la UDD en el Auditorio con la presencia del propio cineasta. Luego de la exhibición de El diario de Agustín, el director de Cine UDD, Marcelo Ferrari dio inicio a una charla a la que se sumaron profesores y estudiantes.

-¿Cuál fue la motivación y cómo fue hacer este documental?

-La película nace concretamente de dos momentos: una comida de desagravio a mi hermano Felipe cuando su torturador lo demandó por calumnias. José Zalaquett habló en su discurso de la impunidad de los civiles. “¿Quién escribió se mataron como ratas en La Segunda?”, preguntó y abrió el campo de las atrocidades a los civiles. Mucho tiempo después en el Informe Valech. Participé en una comisión, donde una testimoniante dijo que todo esto, como pasa siempre en Chile, se iba a olvidar. Era una amiga y lo dijo mirándome. Me fui a la casa pensando que no podía hacer otra película, fue como una misión. Pero no fue una película agradable.

-¿Cuándo sentiste esta misión de registrar? Tu primer documental, No olvidar, registra la memoria de los asesinados en los hornos de Lonquén.

-No olvidar nació cuando estaba terminando de estudiar en la Católica. Todos teníamos un guión escrito, pero era imposible hacer una película en el año 78. Estaba en eso cuando la Vicaría me invitó a una romería en Lonquén. Caminamos desde Isla de Maipo a los hornos y ahí vi por primera vez a las mujeres con las fotos de sus familiares muertos. Conocía a Elena Maureira, que había perdido a su esposo y cuatro hijos. Ahí supe que iba todos los domingos a poner flores a este horno, que era como una animita gigante. Lo empecé a filmar porque era muy expresiva esa imagen. A los dos meses los dinamitaron como para hacer olvidar esos crímenes, entonces tomé conciencia de la memoria.

Antonella Estévez: ¿Cómo mantener la autoría cuando el mensaje es tan claro, como en El diario de Agustín. ¿Cómo se puede ser autor cinematográfico frente a un tema con pocos matices?

-En el caso de esta película hubo mucha voluntad de hacer cine. Habría sido más fácil poner una voz en off que dijera las cosas al pan pan, vino vino. Pero queríamos que la película fuera contundente en sus personajes. Los silencios, la situación y el hecho. Eso es cinematográfico. En la película siempre está la puerta abierta a la exploración. Entraron historias que no estaban llevando los estudiantes. Ellos no empezaron la investigación, sino que fueron llamados por nosotros. Son cosas de autoría que tienen que ver con exploración. El rodaje se proyecta a la par con la investigación.

Estudiante: ¿Sintieron presiones durante el rodaje?

-La única presión fue la de Patricio Guzmán (cineasta), que vio el premontaje y dijo “escóndanse inmediatamente”. Instalamos la oficina en la Universidad de Chile. No es lo mismo que llame yo, una persona natural, a que la secretaria de Agustín Edwards conteste el teléfono y reciba una llamada de la Universidad de Chile.

Estudiante: ¿Crees que cumplió su misión?

-Sí, revelar cómo el Mercurio fue cómplice de la represión. Cómo Agustín Edwards y su gente cercana son responsables de primer orden en lo que ocurrió y cómo lo hicieron para engañar a la población con actos criminales.

Fernando Lavanderos: ¿Cómo vives la urgencia del registro? Filmas cosas que se han extinguido.

-La verdad es que no vivo la presión. No me importa eso.

-Hay muchos temas que podrían seducir a un documentalista. ¿Cómo eliges entre tantas alternativas para hacer un filme?

-Uno tendría tal cantidad de trabajo… me pregunto qué porcentaje de estas historias se habrá contado. Pienso en El otro día (su último documental). Esa es una película que tendrían que hacer todos los chilenos urgentemente. Son tantas las cosas que hay que contar. Cada película tiene su urgencia. Esta llevaría urgentemente a contar la historia de Álvaro Puga (director de Asuntos Civiles de la Junta Militar y jefe de Operaciones Sicológicas de la Dina), que estuvo seguramente en el comité que determinó ese número de muertos en la Operación Colombo (119). Da para una historia tremenda, de personas que lo conocen, como el propio John Dinges (periodista estadounidense experto en el rol de la prensa chilena en dictadura). En un subterráneo Puga tiene más de cien cuadros de grandes pintores… Después está Beatriz Undurraga, periodista, amiga de Agustín Edwards, que entró muy joven al diario con el afán de ser periodista y termina trabajando para la DINA. Son tremendas películas que deberían contarse. Frente a eso no queda otra que presentar el proyecto y hacer el que primero gana.