Columna de Marcelo Ferrari en Diario La Tercera.
La ceremonia de los premios Oscar por primera vez en su historia contó con una película chilena. No se ganó, era difícil. Pero la sola presencia de la película No en el teatro Dolby marcó un hito histórico dentro de la cinematografía chilena.
En esta cinta se conjugan virtudes técnicas, estéticas y una tesis ideológica, que yo no comparto al reducir el triunfo del NO sólo a lo publicitario. Pero logra hacer de un hecho histórico local un asunto universal y, por sobre todo, posee una minuciosa estrategia de industria, un trabajo de joyería del productor ejecutivo Juan de Dios Larraín.
Desde el casting cuando se fichó a Gael García, hasta su estreno mundial en Cannes 2012, donde se obtuvo el Art Cinema Award. Este premio, además de entregar financiamiento, puso al filme bajo la mirada de la industria, llegando a ser “No” considerada por la National Board Review (EE.UU.) como uno de los principales estrenos de lengua extranjera.
Los hermanos Larraín han comprendido el funcionamiento de la industria y han sido capaces de obtener vuelo internacional. No es casualidad que su productora Fábula esté detrás de “Gloria”, película de Sebastián Lelio que hace unos días le significó ganar el Oso de Plata a la mejor actriz en la Berlinale (Paly García) y otro premio entregado por el jurado ecuménico y por la Asociación de Cintas de Arte y Ensayo de Alemania.
Este 2013 el cine chileno lo inicia con dos tremendas alegrías y un gran desafío, ahora que las puertas de la Academia de Hollywood están abiertas para nuestras producciones y que nuestros cineastas y actores son reconocidos en los festivales más importantes de Europa.
Marcelo Ferrari, Director de Cine Universidad del Desarrollo