Con la obra de García Lorca, el cineasta Martín Rodríguez (Hermanos) debuta en el teatro.
A fines de marzo en el cine Movieland de La Dehesa, Martín Rodríguez caminaba entre cámaras de TV y afiches con los rostros de Aline Kuppenheim y las hermanas María José y Angela Prieto. Su cinta Pecados, filmada en 2005 y presentada en los festivales de La Habana, Viña del Mar y Sanfic, tenía su estreno comercial. «Me saqué un peso de encima», diría cuando en la alfombra sólo quedaban cabritas.
No fue ni será la primera cinta que tarda años en estrenarse. Pero en este caso las razones fueron algo más que técnicas: los ensayos de La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, montaje que estrenará el viernes 22, con Gloria Münchmeyer, Anita Reeves y Peggy Cordero en los roles de Bernarda, Poncia y María Josefa.
El debut teatral del cineasta se estrenará al interior de la casa de la primera esposa de Pablo Neruda, la pintora Delia del Carril, quien fue amiga del poeta español.
Si bien la primera opción fue ocupar el anfiteatro construido en honor a García Lorca en el patio de la Casa Museo Michoacán (Lynch Norte 164), un tour por la casona cambió los planes. «Por estos pasillos caminaron dos figuras de la cultura mundial y acá Neruda comenzó Canto general», cuenta Rodríguez. «Cuando entramos al dormitorio de Delia y vimos una foto de ella junto a todos los próceres de la cultura española de los años 30 y a su lado a García Lorca, dijimos ‘hagámosla aquí'».
Esta opción, además, le imprime un clima de opresión al montaje, en sintonía con el espíritu del texto. «La obra se resume en que una viuda encierra a sus cinco hijas dentro de su casa, entonces al utilizar esta casona, el público vive esa privación de libertad, no como testigo sino como ‘parte de'», agrega el director.
La cercanía de Martín Rodríguez con el teatro es de larga data. Su película Pecados está inspirada en el montaje Pecados capitales (2003) de Gustavo Meza y fue él mismo quien adaptó los siete monólogos escritos por dramaturgos como Juan Radrigán, Jorge Díazy Benjamín Galemiri al lenguaje del cine.
Hoy dice entender mejor lo que antes intuía sobre la puesta en escena de una obra en el salón y en el dormitorio de una casa. «Tiene muy poca proyección teatral, no es una obra declamativa sino una obra hiperrealista: Las actrices pasan por el lado de los espectadores y respiran en sus caras», explica. Para las escenas que transcurren en el dormitorio, utilizará un sistema de circuito cerrado que proyecta en el salón principal lo que allí sucede. «Como un reality show», agrega.
Rodríguez subraya la diferencia entre hacer cine y teatro. «En el cine, tanto el director como los actores obedecen a una idea preconcebida de lo que son los personajes; en cambio en el teatro ese proceso es infinitamente más rico. Lo que me define como director no es la obsesión por el control absoluto, pues los actores proponen desde un espíritu creativo. Para indicar cómo tienen que actuar, mejor contrato robots».