Fernando Lavanderos presentó Las cosas como son en la UDD y conversó con Antonella Estévez y los estudiantes que vieron la última cinta del Ciclo de Cine Chileno.
El miércoles se cerró el Ciclo de Cine Chileno de Cine UDD de la mejor manera, con la exhibición de Las cosas como son, una cinta que con toda propiedad le hace honor a su título.
La película de Fernando Lavanderos, profesor de Cine UDD, cautivó a los asistentes, en su mayoría, alumnos de la universidad, con una premisa sencilla: En las últimas décadas se han construido dos Chiles, distantes, desiguales, donde el más privilegiado le teme al que ha desfavorecido.
La historia es simple y narra la historia de Jerónimo (Cristóbal Palma), un casero solitario y desconfiado que alquila pisos a extranjeros y les registra sus cosas. Así llega a su vida Sanna (Ragni Orsal), una actriz noruega que hace clases en un colegio de la periferia, quien trae frescura a su vida y lo enfrenta sin querer a sus miedos más arraigados.
De esta interesante película, metáfora de un país inconcluso, también se puede decir que ganó la Competencia Latinoamericana en Mar del Plata el 2012, el premio Especial del Jurado en Viña del Mar, el premio al Mejor Elenco en el Festival de Cine B y el Foro de Independientes en el Festival Karlovy Vary (República Checa).
Y que está en cartelera desde la semana pasada.
También que es la segunda película de Fernando Lavanderos, quien hace ocho años sorprendió a la crítica nacional y en varios festivales con su exquisita película Y las vacas vuelan, el inicio de una obra que vista en perspectiva plantea sendas preguntas en torno a la soledad, el miedo y la chilenidad, como se desprendió de la conversación que la periodista Antonella Estévez sostuvo con el autor tras la exhibición.
-¿Luego de un debut tan destacado como lo fue Y las vacas vuelan, por qué demoraste tanto en hacer tu segunda película?
-Principalmente por falta de recursos. Fueron tres años postulando al Fondo de Desarrollo de Proyectos y otros tres para el desarrollo de la cinta. Finalmente nos cansamos de postular e hicimos una versión barata de la película que queríamos hacer entonces, que no tiene que ver con ésta, pues inevitablemente, uno en el tiempo también va cambiando.
-¿De dónde nace el filme, de una imagen, de una idea?
-Fue en un viaje. Presentando Y las vacas vuelan en un festival, empecé a pensar en la paranoia. En ese tiempo había una sensación de paranoia a un atentado, por lo que había ocurrido el 11 de septiembre en EEUU. Eso lo quise llevar al tema de la desconfianza en Chile, a un nivel más micro, pero igualmente preocupante: la gente se esconde más y más en sus casas, hay más cercos, sensación de desprotección, miedo.
-En la película trabajaste con no-actores ¿Cuánto está escrito en el guión y cuánto es de ellos?
-Elaboré un guión y trabajamos con dos guionistas. Fueron tres años así. Ese guión funcionó para producir y hacer un plan de rodaje. Los actores no lo vieron. Les pasaba escaletas e indicaciones, con la libertad de improvisar sobre eso. Si no funcionaba, les pedía explícitamente que dijeran la frase escrita.
-¿Fue muy tedioso, cómo se maneja la tensión?
-No. Aquí yo quería que ocurrieran cosas que no estaban programadas. La mayoría de las veces ocurrieron para bien. La libertad de expandirse le da más naturalidad a la película.
-¿Cómo fue el método de trabajo?
-Trabajamos mucho en la preproducción. Estuvimos un mes ensayando. En el caso de ella, era necesario ensayar. Cristóbal e Isaac (Arriagada, el tercer personaje) ensayaban día por medio. El método fue diseñar escenas que podrían ocurrir en la película pero que no estaban. Íbamos buscando al personaje así, entonces antes del rodaje ya tenían el personaje afiatado. En las conversaciones se produjo un punto de encuentro entre lo que ellos son y lo que son los personaje.
-¿Cómo fue el casting?
-Cristóbal es amigo hace muchos años. Yo busque en actores y no actores, pero me interesaba que tuviese algo especial, con características particulares. Un actor muy reconocido era difícil de empatarlo con el personaje. Pero con los no-actores uno solo intuye que puede funcionar bien. Es muy distinto verlos en vivo que con la cámara.
-¿Cuál fue la diferencia con Ragni Orsal, ella sí es actriz?
-La hice actuar por Skype, que interpretara un pequeño guión e hiciera su actuación en base a lo que le estaba dando. Aprendió español en cuatro meses. Si fallaba no teníamos otra alternativa. Fue arriesgado.
Estudiante: vuelves a utilizar personajes extranjeros, se visibiliza el tema de la idiosincracia y la soledad ¿Por qué?
-Siento que es una especie de continuación de Y las vacas vuelan, pero que se acaba acá. Tiene que ver con dos películas que tiene cosas en común, me interesa el contraste para explorar cómo somos. Ahí aparece la raíz cultural que uno trae. Lo de los personajes solitarios, perdidos, es una temática que me gusta tocar como un tema de desadaptación, de personajes que tienen que adaptarse a su entorno. Tiene que ver con el ser humano en general, que siempre tiene que adaptarse a las circunstancias que lo rodean.
Antonella: La promoción de la película es un tema al que se enfrentarán nuestros estudiantes.¿Cómo fue tu experiencia?
-Esa es la parte estresante. Estás sacando la película a flote y como independiente te encargas de millones de cosas. Si hay problemas con la copia te tienes que hacer cargo tú, por ejemplo. Hay una presión y una exposición. Hay que hacer un trabajo de entrevistas, la difusión por distintos medios y al mismo tiempo están las críticas. En relación a todo el esfuerzo que uno hace, éstas se ven lapidarias. Pero no son determinantes. Hay más nervio cuando estás en un festival y puedes ganar, lo que hace una gran diferencia en el futuro de tu película.