Columna de Marcelo Ferrari sobre la película No, primera cinta chilena en ser nominada a los premios Oscar.
La selección de la película No dentro de la quina final que competirá por el Oscar a la Mejor Película Extranjera es, por donde se le mire, un hito histórico dentro de la cinematografía chilena y una muy buena noticia para todos quienes hacemos cine a este lado del mundo. Lo primero es felicitar a Pablo Larraín y todo su equipo, pero queda la pregunta de por qué nunca una película chilena pudo estar en ese panteón.
No cabe duda que el cine chileno es un cine de calidad –la cantidad de premios de películas nacionales en festivales de todo el mundo así lo indica-, pero no alcanzaba para el Oscar. Qué sucedió entonces para que No abra las puertas del Teatro Dolby de Los Ángeles y nos invite a mirar la ceremonia del 24 de febrero con algo más en juego que el deseo de que el jurado comparta nuestras preferencias internacionales.
A mi modo de ver, en esta cinta se conjugan virtudes técnicas, estéticas y una mirada que –independiente de no compartir su tesis ideológica que reduce el triunfo del No a un mesianismo publicitario- logra hacer de un hecho histórico local, un asunto universal; pero por sobre todo posee una minuciosa estrategia de industria, un trabajo de cerrajería, del productor ejecutivo Juan de Dios Larraín.
La de esta película es una producción con enorme talento y habilidad: desde el casting, donde se fichó a Gael García (estrella de nivel mundial que por sexta vez es parte de una película nominada al Oscar) hasta su estreno mundial en el Festival de Cine de Cannes 2012, donde obtuvo el prestigioso Art Cinema Award, premio que además de financiamiento, puso al filme bajo la mirada de la industria.
Esa visibilidad que Juan de Dios Larraín ha venido labrando desde Tony Manero, continuó en los más destacados medios internacionales, llegando a ser considerada por la National Board Review (EEUU) como uno de los principales estrenos de lengua extranjera y continuando su ruta de reconocimientos en La Habana y Sao Paulo, Hamburgo, Londres, Oslo y Tokio. No se hizo candidata mucho antes que en Chile la eligieran como representante para los Oscar y hoy, Distribuida por Sony Pictures Classics, ya está en campaña para que muchos de los 6 mil miembros de la Academia la vean y voten.
Con cuatro producciones, los hermanos Larraín han comprendido el funcionamiento de la industria y lo más importante, han sido capaces de instalarse en ella con seriedad y humildad. Esta nominación nos deja una tremenda alegría y un gran desafío de producción, ahora que las puertas de Academia de Hollywood han sido al fin abiertas para nuestro cine.