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“La inspiración está sobrevalorada”

El 8 de mayo Alberto Fuguet presentará la cinta ganadora del último Festival de de Cine de Valdivia, Música Campesina (2011), en el Ciclo de cine Chileno de la UDD.

Advertencia. En esta entrevista la pregunta por “escritor o cineasta” está clausurada. A estas alturas, en que las fronteras formales y económicas entre la literatura y el cine se han casi traspuesto, no tiene sentido hacer un antes y un después –que por lo demás no existe- en la experiencia creativa de Alberto Fuguet.

También se omitirán las grandes presentaciones para un autor que en dos décadas ha instalado compulsivamente los temas que lo obsesionan -particularmente la soledad, la cultura pop y el cine- en su labor de crítico, en sus libros Mala Onda (1991), Tinta Roja (1996), Por favor, rebobinar (1998), Las películas de mi vida (2003), Aeropuertos (2010) y en sus largos Se arrienda (2005), Velódromo (2010), Música Campesina (2011), entre varias otras obras.

En honor al tiempo, que también ocupa parte de sus reflexiones, sólo se dirá que en su horizonte aparecen las cintas Sudor, Locaciones y más próximo, el libro Cinépata, a las que podrá referirse más en extenso el 8 de mayo a las 18:30 horas, cuando presente Música Campesina en el Ciclo de Cine Chileno UDD que se realizará en el Aula Magna del Campus Las Condes (Av. Las Condes 12.438).

No me gusta adelantar mucho, por una cosa de suerte o cábala. Pero prefiero comentar lo que ya esta listo o casi listo: Cinépata es un libro raro, híbrido, de cine, es la bitácora de un cinéfilo que -creo- se lee como una novela o una narración. Es el tipo de libro que me gusta leer: alguien que comparte sus gustos sobre cine y habla de películas y, en este caso particular, de las que hizo a partir de descubrir el cine-garage”.

-Locaciones tampoco será una cinta convencional.

-Es un híbrido también: es un ensayo fílmico, es una obra sobre una obra fílmica que me marcó a mi pero también a muchos otros: La ley de la calle de Coppola. La idea básica es que se hacen muchas películas y documentales sobre los artistas; esta es bien acerca de los fans, de los que conectaron con la película y la transformaron, al final, en lo que es. Sin ellos, la película sería eso: una película más y no el hito que es”.

-Sobre lo mismo, cada día hay más ejemplos de creadores que saltan de una disciplina artística a otra y que trabajan con mucha libertad sobre sus temas. Tú lo haces hace un buen tiempo, como sucedió con la novela Aeropuerto, que primero fue un corto, o con la misma Música Campesina que, entiendo, se originó en un proyecto periodístico sobre el festival de country de Nashville. ¿Son las historias y temas los que te sugieren cambiar el rumbo?

-Quizás una suma de todo; y de creer que todo es, en efecto, un remix, que no hay nada original, que la inspiración está sobrevalorada, que el elemento económico no es menor: me explico, Música Campesina nace de hacer un corto financiado por la Universidad de Vanderbilt. Nunca se pensó en un documental porque la idea era llevar a Pablo Cerda como protagonista pero sí usar el estilo de cine setentero americano en que la calle dictaba las pautas mas que el productor o el deseo de lucro. Uno puede crear por encargo, como al final fue Música Campesina: partió como una invitación y mutó en un largo porque ya en Nashville me parecía que sería tonto desaprovechar la oportunidad para hacer un corto cuando un largo costaba lo mismo. Es raro: yo no me siento que he cambiado de rumbo, tengo mas pistas para llegar a donde quiero: crear historias, crear personajes, narrar la vida.

-Después de Se Arrienda has desarrollado proyectos más pequeños e intimistas y demostrado que es posible armar una cinematografía autoral en pocos años. ¿Crees que las películas tienen un ahora que no hay que dejar pasar?

-Así es: las películas y las historias en sí tienen una urgencia que tiene que ver con el estado de ánimo, intereses y pulsaciones del creador. No puedo dedicarme a esperar, postular para perder o incluso esperar 10 meses para filmar algo si lo puedo hacer ahora. La vida es demasiado corta. Filmar barato te da mucha libertad y urgencia. También pierdes cosas, supongo, como grandes estrenos, prensa, quizás estar fuera de cierto circulo de financiamiento supuestamente importante como podría ser Rotterdam. No necesito del Estado o de matonajes paternalistas del Primer Mundo. Ahora bien, también tengo claro que al hacer cosas chicas, no se gana o menos gente te ve. Pero para eso está la red. Ya no me interesa llegar a todos; me interesa llegar con lo quiero a los que quieren verlo. Y conectar, claro.

-Habiendo visto tus películas no me queda más que preguntarte si consideras que la soledad es el gran mal de nuestros tiempos.

-Es uno de los temas de nuestro tiempo. Mira como chatea la gente, como no sabe estar sola. No me parece –ojo- un mal. Mis personaje deben ajustarse a vivir con ello. El mal es la ansiedad, la histeria, la autodestrucción, la tontera. Es, quizás, no asumir la soledad que es parte de la vida, tal como lo es la posibilidad de ser feliz o morir. El gran mal de nuestro tiempo es no tener tiempo.

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