El ex alumno, guionista del premiado largometraje de egreso Anónimo, fue becado para estudiar en la University of New South Wales con profesionales que han trabajado en cintas como Harry Potter y para Sony Playstation.
Hace unos meses Fernando Silva hizo noticia al obtener la primera mención honrosa -“por su originalidad, esfuerzo técnico y humor negro”, argumentó el jurado-, en el concurso 100% Pepo.
No es la primera animación (revísalas aquí) de uno de los guionistas de Anónimo, exitosa cinta seleccionada en san Sebastián. Para Silva, dibujar es algo que aprendió a hacer antes de hablar y desde mayo cumplirá su sueño (gracias a Becas Chile) realizando el Magister en medios digitales en la University of New South Wales.
“Sidney multicultural y la gente tiene un estilo de vida con menos stress. Busqué ahí programas que enseñaran técnicas y herramientas de animación en diversas universidades y me decidí una de las 8 más prestigiosas de Australia y tiene un buen nivel en los rankings internacionales”, explica.
-¿En qué consiste la malla?
-El programa dura un año y medio y tiene 2 partes: La primera es Construcción de banda sonora, lo cual es plan común a todos los alumnos del programa; la segunda puede ser Animación 3D o Ficción filmada. Yo elegí Animación 3D y Construcción sonora. Los ramos son bastante prácticos, de realización y es bien divertido, porque entre los profesores hay gente que ha trabajado en películas de la industria como «Harry Potter», «Happy Feet», «Alicia en el País de las Maravillas», con directores como Terry Gilliam, para DV8 y para Sony Playstation.
-¿Cuáles son tus expectativas a tu regreso?
-Por un lado, quiero tener la animación como área de especialidad para desenvolverme en el mundo laboral; por otro, tengo dos proyectos de largometraje animado que quiero desarrollar. Uno lo tengo ya en primera versión de guión. Ambos largometrajes ocurren en Santiago de Chile y mi intención es generar vínculos profesionales en el extranjero que apoyen la realización y difusión de estas producciones.
-¿Qué pasa con las películas tradicinales?
-Quiero apuntar mi carrera hacia la animación, me interesa como forma audiovisual especialmente porque vengo del dibujo y la pintura, pero no pretendo por eso abandonar las cámaras y la ficción. Si hago animación, ficción filmada o si mezclo ambas técnicas en una misma película va a depender de cada proyecto, de las intenciones artísticas y de los presupuestos.
-¿Cómo ves la realidad del cine de animación en Chile?
-Lo primero que puedo decir es que en Chile se producen más contenidos de animación de lo que se piensa. Si bien gran parte de la animación que se hace acá va a publicidad o a producciones extranjeras, también hay mucha gente que hace cortometrajes de animación o programas de tv, usando distintas técnicas, desde las marionetas tipo 31 minutos hasta el 3D y el stop motion. Bastaría con decir que una productora chilena vendió el segmento «Zumbástico Fantástico» a Cartoon Network, o que por estos días se está produciendo un cortometraje de «La noche boca arriba» de Cortazar en stop motion rodado para proyección en 3D.
-Pero pareciera que los contenidos de las animaciones nacionales están más enfocadas al público infantil.
-Sí y se da simplemente por falta de cultura, por ignorancia (lo cual provocó que en su momento la televisión pasara a las 6 de la tarde películas violentísimas como «Akira», pensando que eran para niños). Hay que hacer un cambio de mentalidad. Mis proyectos no están planteados para un público infantil y bastante de lo que se hace aquí tampoco lo es. La animación en mi opinión es un medio audiovisual tan válido como cualquier otro para expresar todo tipo de ideas y tiene la gracia de que es capaz de ampliar las posibilidades plásticas y estéticas del audiovisual a zonas que exceden los límites del cine filmado. La animación hace recordar viva y claramente que el cine es luz, manchas, movimiento y, a veces, sonido. A partir de ahí las posibilidades son múltiples, por no decir infinitas.