El cineasta estuvo en Cine UDD junto al maestro del guión, Eliseo Altunaga, para hablar de Violeta se fue a los cielos. La cinta en 5 días y con apenas 21 copias, ha arrasado con las masivas producciones de Hollywood.
Así como Violeta se fue a los cielos ha llevado 60 mil personas en su primer fin de semana, Andrés Wood dictó una charla sobre su última película con la sala 403 llena de estudiantes de Cine UDD.
El prestigioso cineasta nacional llegó acompañado del guionista cubano Eliseo Altunaga, también responsable de Machuca (2004), y de las películas de Pablo Larraín, Tony Manero (2008) y Post Mortem (2010).
Luego de revisar el teaser y un “improvisado making off” –explicaría luego Wood-, la moderadora de El estado de las cosas, Antonella Estévez, inició una reveladora conversación con el responsable y el guionista del nuevo éxito cinematográfico nacional, que con apenas 21 copias barrió con Los Pitufos y Linterna verde.
Antonella: ¿Por qué toman la decisión de no hacer una película biográfica sino de abrir las puertas a las complejidad de la artista chilena más importante de nuestra historia?
Eliseo: Porque estábamos trabajando con un mito, una mujer y además chilena. La mirada en los realizadores latinoamericanos es peyorativa hacia la mujer. Entonces para mí era una perspectiva muy compleja. Por otro lado no podía ser un cine lineal, pero de alguna manera debía ser secuencial. Que la gente completara lo que no está, un híbrido narrativo donde el publico participa con su memoria emotiva e intelectual.
Wood: A mí no me interesa sólo ir a pensar al cine. Me interesa pensar pero empatizar con el personaje y en ese sentido, la fragmentación exige mucho al espectador.
A: Ese juego de mostrarla a través de momentos de su vida, es un riesgo. ¿Les han sorprendido los 12 mil espectadores que la película lleva por día?
W: Para ser honesto recién hace 3 semanas tuve la sensación de que podía ser un éxito de público. El mito existe como dice Eliseo, y está muy vivo. Eso yo no lo sabía. Siento que la gente sale conectada con la película. Me había pasado con Machuca: 2 días antes del estreno los exhibidores me dijeron “linda, pero cuándo harás una película que lleve público” (N de R: Machuca es una de las cintas más vistas en la historia del cine chileno). Los distribuidores eligen a su gusto. Ahora nos dijeron 17 copias y ganamos 4 más por insistencia. Es decir, a una película de Violeta Parra, con una producción importante a nivel chileno y con una campaña anterior al estreno, le dieron 17 copias. No hay apoyo y eso es grave. Son 4 personas que saben del negocio. Es un monopolio legítimo, porque ellos quieren ganar dinero. Pero creo que llegó el momento de alegar.
A: Escribir una película basada en el libro de Ángel Parra puede ser estupendo y complicado. Estupendo porque quien es su hijo puede entregar muchos detalles y complicado porque es difícil hacer una cinta con el apoyo de los parientes.
W: El guión se centró en el libro de Ángel, quien colaboró directamente. Fue un proceso largo que fue construyendo una confianza. Yo me sentí muy libre. En nuestras discusiones me sentí siempre con la última palabra y así fue. Ángel aportó mucho en los rasgos de su personalidad y eso engrandece algunas secuencias. Igual uno entiende que sería difícil si la película se tratara de la mamá de uno.
A: Interesante el contexto en que se estrenó. Su música está muy presente en el movimiento estudiantil.
W: Nada que decir, coincidencia o no, no lo sé. Lo que está pasando es muy importante, fuerte y genial que suceda. Pero independiente del momento político, la Violeta es muy moderna.
E: En el mundo musical hay una comunidad. Violeta, Silvio, Mercedes Soza son parte de ciertas miradas de los ’60, donde se establecieron códigos latinoamericanistas. Lo complejo era la capacidad de ella de violar esos limites latinoamericanos y proyectar otras cosas aún más lejos. Gracias a la vida fue cantada en el entierro de Olof Palme (N de R: primer ministro sueco asesinado en 1986, la canción fue interpretada por el músico sueco Jan Hammarlund, quien popularizó la música de la compositora en Escandinavia). En París alguien le enseñó canciones francesas del Siglo XVII y ella las absorbió y las tocó en su recital. Ella tenía una complejidad estructural tal que su vida no puede ser lineal, un melodrama o un romance. El tiempo, los espacios y la racionalidad se rompían en ella.
A: ¿Eres conciente del valor social, de la memoria que de aquí en adelante constituye tu Violeta?
W: Sí pero si pensara en ello en el minuto cero, me paralizaría y no haría nada.
Rodrigo Alvarado: sobre ese mismo punto, hay una responsabilidad grande en la investigación y en la elección de quien finalmente le prestará el rostro a Violeta. ¿Cómo se enfrentan esos momentos críticos para no quedar paralizado?
W: No me considero muy entendido en Violeta. Si es que hay un pequeño método, creo que es llenarse de una persona que te gusta. No tomo notas mientras investigo. Lo que queda, queda y lo que no, no. Rodrigo Bazaes (guionista y director de arte de Violeta) es al revés. La investigación tiene un rol y yo intento tener derecho en eso, por eso me meto en el guión. Necesito estar involucrado en el guión, pero la investigación tiene sentido hasta que ya no lo tiene. Sobre el casting, creo que Francisca Gavilán fue una excelente decisión. Estuve un mes viendo videos, no fue un enamoramiento. Pero vi una potencialidad de trabajo especial. En otras actrices es muy fácil llegar a la vehemencia de Violeta, pero sin su fragilidad.
A: Eliseo, ¿cuántas licencias se dieron para crear esta Violeta?
E: Todas. El personaje no es una persona. Lo vas dotando de un conjunto de pertinencias para que ante una situación que no conoces, actúe de cierta forma. No desde la vida real. No puedes reproducir a una persona, el personaje es un ardid dramatúrgico para contar una historia.
Camila Mercadal: Violeta comparte con otros autores latinos ciertos rasgos, pero a la vez es muy chilena. Eliseo, como extranjero, ¿de qué forma te acercas a eso?
E: Cuando me inicié en esto me pagué un curso con editores chilenos. Aprendí mucho porque uno escribe como es. Soy un defensor de la chilenidad, pero Violeta siendo chilena rompió la barrera de la chilenidad. Ella aprehendió, entendió París. En una de sus cartas dice que París no ama a los artistas. Cuando vuelve a Chile pretende hacerles entender a las capas más altas de la sociedad la importancia de la chilenidad, pero en Chile miran a Europa. Ese es su drama. Más que sentimental es de trascendencia.
Renato Pérez: Hablaste de espontaneidad, ¿cómo trabajas la dirección de actores?
W: En Historias de fútbol tenía tanto pavor y admiración por los actores, que trataba de ensayarlo todo. Pero no tengo una fórmula, sino que depende de la química que tenga con los actores, incluso en una misma película. A Francisca Gavilán la vi tan embalada que ensayamos muy poco.
Felipe Morales: ¿Por qué no usaron las grabaciones originales de Violeta y las cantó Francisca?
W: Hicimos un casting de 40 voces para Violeta. Pero no me di cuenta cuando tomé la decisión más importante. Francisca tuvo la confianza para cantar y aunque no es cantante, eso hizo crecer mucho su personaje. Además, con Eliseo decidimos que ésta no era una película para entendidos. Sobre las grabaciones originales de Violeta Parra, simplemente son muy malas en calidad y no puedes sacar pistas.
A: Violeta también es una película atípica en cuanto a financiamiento, que llegó en gran parte desde Escondida. ¿Costó conseguirlo, cómo fue ese proceso?
W: Ellos siempre han estado detrás de Violeta, de la exposición, del libro, de la obra que hizo Pina Bausch. Fue una relación de mucha libertad. No sé qué película les contaba, pero leyeron la pasión por Violeta. Ojalá les interese meterse más en el cine. Ésta es una película fuera de lo común, no sólo por el costo (US 1,5) sino por lo que intentamos: Hay una miniserie de Violeta que saldrá el próximo año en CHV, son tres capítulos de 50 minutos. La filmamos, no con dos guiones, sino con dos estructuras. La entrevista y la serie.