Matías Bize, reciente ganador del Goya, estuvo el martes 17 de mayo en el ciclo “El estado de las cosas”, donde explicó su “cine de lo posible”, criticó la “festivalitis” de la cinematografía chilena y repartió consejos de los buenos: “Estando en todas las presentaciones de tu película te das cuenta que la viejita que está al lado es la crítica de Variety”.
De paso por Chile anda Matías Bize. La semana pasada llegó de Holanda y ahora parte al Festivalissimo de Montréal (Canadá) y a otro festival en Seattle, para seguir promocionando “La vida de los peces”. Estar presente en los festivales en que se presentan sus películas es un tiempo que aprendió a darse. Y esa generosidad con su trabajo la traspasó también ayer a los estudiantes de Cine UDD, en el ciclo “El estado de las cosas”.
Luego de una video-presentación con imágenes de “Sábado” (2002), “En la cama” (2006), “Lo bueno de llorar” (2007), el trailer de “La vida de los peces” (2010) y el recibimiento del Goya, la periodista Antonella Estévez inició una charla donde aparecieron zonas menos conocidas de este perfeccionista y premiado autor, quien recordó cuando le ofrecieron un remake de “En la cama” con Brad Pitt, aconsejó hacer más promoción de lo que los festivales piden y remarcó la importancia de las historias por sobre lo técnico.
Antonella: Eres parte de las primeras generaciones de la Escuela de Cine de Chile ¿Qué es lo que aprendiste ahí y qué es lo que aprendiste en terreno?
Matías: No tener miedo a equivocarse. Desde el primer día en la Escuela te pasan cámaras y pasas por todos los oficios. Aprendí la pasión por el rodaje. Mis películas siempre son experimentos: “Sábado” es un plano secuencia, “En la cama” transcurre en una cama, “Lo bueno de llorar” fue filmada en 10 días y “La vida de los peces” fue rodada en una casa. El no tener miedo a experimentar lo aprendí en la Escuela.
Lo qua aprendí en terreno es todo lo que viene después. Yo creía que el proceso de la película terminaba cuando uno terminaba de rodar. Y hay un tremendo trabajo de postproducción y luego uno muy diferente y duro, para poder entrar a los festivales. Aprendí también que no hay que apurar las películas. En Chile todas las películas se intentan terminar en mayo para estar en Cannes.
A: Cuál es tu opinión sobre la “festivalitis” que está viviendo el cine chileno.
M: Se ve en ciertos directores que siguen ciertas modas o gustos y hacen las películas que los festivales quieren o esperan de ellos. Yo hago las películas que yo quiero. Ojalá les gusten al público, a la crítica y a los festivales, pero primero me tiene que gustar a mí. Si yo hiciera una película para quedar en un festival me estaría traicionando. Y me han dicho que les llama la atención que no haga películas para festivales europeos: sin música, sin diálogos, frías.
A: En 2003 hablabas sobre contar historias desde donde uno está, siempre experimentando y no hacer lo que manda la moda. Eso ha forjado una identidad en tu cine muy reconocible.
M: Sigo creyendo que uno tiene que hacer la película posible. Yo sabía que para ser director, más que terminar la escuela, tenía que tener una película. “Sábado” fue la primera película posible, con pocos recursos y mucho trabajo de ensayo. Luego “En la cama”, una cinta que podría haberla hecho en la pieza de mis papás. Son pies forzados que me auto-impongo por un tema de producción pero también porque son las historias que me interesan contar: dos extraños que llegan a un motel, una pareja que tiene una segunda oportunidad. Esos momentos son los que quiero mostrar, no lo que pasó la semana anterior o diez años atrás.
A: La fidelidad con tu equipo es otro sello de tu trabajo.
M: Uno hace su propio camino. En la escuela fue fundamental haber conocido a mi equipo. Al principio, trabajar muchas horas, casi sin plata, es algo que sólo hacen los amigos con los que creciste. Conservar los equipos es fundamental para aprender, por eso trato de hacer películas cada dos o tres años.
A: “Sábado” te llevó a Alemania donde conseguiste coproducir “En la cama”, película con la que fuiste a Valladolid y salió la coproducción para “Lo bueno de llorar”. ¿Cómo ha sido tu experiencia en coproducciones?
M: Yo he tenido buenas experiencias, nunca me han exigido ni actores ni técnicos. En Francia, lo que hizo el canal Arte fue comprar los derechos de “En la cama” para Suiza y Alemania; luego entraron en “La vida de los peces” muy educadamente, haciendo observaciones mínimas. Es el coproductor soñado, que le da un valor agregado a la película y no pone exigencias comerciales. No es lo que pasa con España o Argentina, donde a veces meten un personaje a la fuerza en el guión para tener un actor de esa nacionalidad en el elenco.
A: No recuerdo películas chilenas con remakes aparte de “En la cama”. “Una habitación en Roma” fue muy conocida y por ahí hay una no autorizada.
M: Los gringos me pidieron primero que dirigiera un remake de “En la cama” con Brad Pitt y Jennifer Aniston. Me negué -aunque me arrepiento por la plata, jajaja-, pero fue muy pronto, lo encontré oportunista. Me parecía que al hacer lo mismo me iba a quedar muy mala. Al final el director Julio Medem es contratado por los gringos para hacer la película para España y puso a dos mujeres como pareja. Me gustó, porque me pagaron por hacer nada, fue girar el negocio de otra forma.
La colombiana y la brasileña fueron versiones no autorizadas. El director colombiano quería hacer el remake pero no hubo acuerdo. Dos años después apareció estrenando “Entre sabanas”, que más encima era el nombre de los extras de “En la cama” y era una cinta horrible, hecha en media hora. No quisimos meternos en asuntos legales en Colombia pero estrenamos el mismo día allá y se habló mucho de que nos habían copiado. Fue nuestra mini venganza. El mismo tipo después hizo un remake del remake en Brasil. “En la cama” había estado en Río y había sido muy conocida, por lo que los abogados nos dijeron que hiciéramos un juicio. Pero no había plata y era poner la energía en otro punto. Al final no hicimos nada.
Alumna: ¿Cuándo hablas de películas posibles, dónde queda lo técnico?
M: Soy poco técnico, me entero de las cámaras como tres meses antes de filmar. Tengo la convicción de que lo mas importante de una película es la historia. Los futbolistas igual hacen abdominales, pero lo importante es verlos jugar. Guión, estructura, buenas actuaciones son mis preocupaciones.
Alumno: ¿Qué tiene que tener una película como “Sábado”, tan simple técnicamente hablando, para volar tan alto?
M: Las casualidades de la vida, así de malo el consejo. Hay ciertas estrategias de mandar las cintas a los festivales más importantes primero y luego a los más chicos. A los festivales importantes llegan 5 mil películas que pagaron para ser vistas y quedan sólo 25. De hecho las que eligen, son siempre las que no pagan, sino que fueron encontradas por programadores. En mi caso, más que festivales grandes, veo cuál es el adecuado para mi película: Caí parado en Mannheim, el segundo festival más importante de Alemania después de Berlin y que se vanagloria de descubrir nuevos directores. Nunca mande una copia, la envió un peruano que se preocupaba de buscar películas en América Latina. No cachaba bien inglés en ese tiempo así que me demoraba una eternidad en contestar los e-mails, luego mandé un DVD, me pagaron pasajes a mi y a una actriz. Martín Rodríguez, quien fue mi profesor, me dijo “ándate a celebrar y llévate postales, afiches, una tarjeta que diga director”. Con sus consejos aprendí a trabajar en un festival. La película ganó, Blanca fue elegida Mejor Actriz y se estrenó en Alemania. Lo primero que hice después fue inscribirme en un curso de inglés en el Norteamericano.
A: ¿Cómo debe ser el comportamiento de un director en los festivales internacionales?
M: Lo primero es saber inglés, porque hasta en Montevideo vas terminar hablando en inglés con algún productor. Debes llevar copias de las películas para los programadores, meterlos a la sala. No hago shows especiales, pero pido la lista de invitados, los marco, les hablo. Hay que llegar a la hora, dar entrevistas, ir a todas las presentaciones de la película. Hacer todo y más de lo que te pida el festival. Ahí te das cuenta que la viejita que está al lado es la crítica de la revista Variety, o un tipo que no era nadie el año anterior, ahora es el que compra las películas para Canal +. Ojo, que los contactos sirven para generar lazos, pero por amistad uno no queda en festivales.
Marco Díaz: Tu cine hartos valores, es menos de industria y es uno de los pocos que establece una conexión con el público masivo, teniendo rasgos de cine arte. Es un cine que puedo ver con mi abuelita. ¿Lo crees así?
M: Yo soy el primer espectador. Quiero que le guste a crítica y al publico, premios, pero las preocupaciones del director son menores, porque son otros los que piensan para el público. En canales de televisión me han dicho “Me encantó tu película pero no te la puedo comprar”. Con eso están diciendo que es la gente es tonta, que no podrá entenderla. O sea si te gustó, juégatela para que otros la vean.
A: ¿Cómo manejas la presión de tener tantos premios?
M: “En la cama” fue increíblemente distinguida. Ganó 25 premios, tuvo remakes, adaptaciones al teatro. Entonces opté. En vez de esperar 5 años para hacer una gran película, me fui a España y filmé en 10 días “Lo bueno de llorar”. Le fue mal comercialmente, pero me hizo bien para sacarme el peso de “En la cama”.
Alumno: ¿Entonces el orden lógico después de “La vida de los peces” sería probar otra vez?
M: Quizás correspondería hacer una película más internacional, con mas plata y con actores más famosos, pero trato de no traicionarme. Me encantaría volver a hacer otra “Sábado”.
* María Jesús Tupper, alumna de 1er Año, recibió el afiche y DVD de “La vida de los peces” que se sorteó al final de la charla.