Su primer largo de ficción, «Tendida mirando las estrellas», recién se estrenó el año pasado.
«Me gustan el sentido del humor, la amistad, la conversación interesante. La lealtad incondicional de los perros. Me cargan los opinólogos, los superficiales y los tontos graves. Adoro a las mujeres. Soy cineasta y fotógrafo». Con estas palabras se autodescribía Andrés Racz a través de su blog.
Pero, incluso sus amigos aseguran que el director de «Tendida mirando las estrellas» era, al mismo tiempo que leal, culto y mordaz, también era una persona difícil, profundamente introvertida.
En diciembre se le detectó tardíamente un cáncer prostático que lo tuvo internado en un hospital durante un tiempo, pero con el que prefirió no luchar. Y ayer, a las 18:47 horas, la enfermedad venció al destacado cineasta, que falleció en su casa a los 62 años.
«El doctor le dijo que no había mucho que hacer y tampoco tenía ganas de someterse a tratamientos que sólo alargarían un poco su vida», dice su sobrina Ana Laura. «Andrés era un outsider en todos los planos de su vida, un ser atípico, pero era un gran conversador, muy amigo de sus amigos y muy crítico.
Además era un fotógrafo excepcional. Ojalá todo ese material salga a la luz», dice su amigo, el cineasta Pablo Lavín. El documentalista Ignacio Agüero, otro de sus amigos más cercanos, también lo recuerda: «Era una persona muy valiosa y culta, tenía una historia personal riquísima y se la jugaba por las cosas que le interesaban».
Nacido en Nueva York, hijo del pintor rumano Andre Racz y la cantante de ópera chilena Teresa Herrera -de 90 años y con quien vivía-, emigró a Chile junto a su familia cuando tenía dos años. Estudió sociología en la Universidad de Chile y en los sesenta volvió a EE.UU. para estudiar cine en Columbia.
Militante del MIR, durante su carrera destacó en el documental, con aplaudidos filmes como «Dulce patria» (1985) y «No me amenaces» (1990). En 2000 filmó «Tendida…», su primer largo de ficción, pero que recién pudo estrenar el año pasado.
FUENTE: EL MERCURIO