Rodrigo Bazaes, director de la serie “Los 80”, habla de “La última frontera” (nuevo largo de egreso de Cine UDD) y de su trabajo en “Araña” (nueva película de Andrés Wood), dos filmes que vuelven sobre los años previos y posteriores al Golpe de 1973 para retratar, con algo de humanidad, a los protagonistas de la violencia política.
Fue gracias a “Machuca” que Rodrigo Bazaes se hizo un nombre en el mundo audiovisual. El diseñador teatral fue el director de arte de la cinta que recreó los últimos días del gobierno de la Unidad Popular desde la mirada de un niño y desde entonces ha trabajado codo a codo con el director Andrés Wood, incluido también, en los guiones de sus películas. “Araña”, su último filme, no es la excepción.
La película, cuyo título alude al símbolo de la agrupación Patria y Libertad, una araña negra, se articula en torno al frente nacionalista y enlaza dos épocas de Chile: el Golpe de Estado de 1973 y lo que ocurre con ex militantes del movimiento 40 años después. Un desafío de arte mayor al que supone una película de época, anticipa Bazaes:
“Esta obra es mucho más compleja que ‘Machuca’, pues el guión transcurre en dos épocas, la actualidad y el gobierno de Allende. Es un diálogo donde pasado y presente tienen que llegar a resignificarse. Vamos siguiendo ciertos correlatos de sentido y simbolismos, creados desde el arte, para que esos dos momentos dialoguen”.
Desde su llegada a Cine UDD como profesor de los ramos Serie de TV y Dirección de Arte, Bazaes tuvo la oportunidad de involucrarse el año pasado en el proceso académico de “La última frontera”, largometraje de egreso, hoy en etapa de montaje, inspirado en la doble vida de una agente de los servicios de inteligencia de la dictadura y protagonizado por Francisca Walker y Mario Horton.
-¿Crees que es posible hablar de un fenómeno aún el revisitar el pasado reciente desde el cine?
-Es interesante que pueda ser visto aún como fenómeno. En un momento pensé que sería una moda el mirar hacia el pasado, pero parece que se ha acrecentado el interés por recrear épocas pretéritas que tienen que ver con climas políticos, y eso lo vemos en las series de los últimos años y en las carpetas de los proyectos que están en etapa de postulación. Parece que el pasado no se agota.
-A veces se critica, sin fundamentos (VER CATASTRO DE LOS ÚLTIMOS AÑOS), que el cine chileno abusa del pasado reciente.
-Veo como algo positivo el volver a diseccionar el pasado. Ahora, cuando los enfoques son manoseadamente vistos, cuando el bien y el mal parecen caricaturas de yeso, suelen morir muy rápido. La posibilidad de revisar el pasado ofrece una nueva oportunidad para hacer una lectura. Es ahí donde Chile siempre se extravía. Acercarnos hacia las mismas épocas que hemos estado revisando en los últimos 20 años, pero con un ojo más crítico, es interesante y es el caso de “Araña” y de lo que pude conocer de “La última frontera”.
-¿De qué forma?
Creo en las nuevas perspectivas para entender a los villanos como nuevas potencias de lo humano. El espectador frente a esas historias codifica sus propias pulsiones. En “Araña” es grupo de amigos nacionalistas que contribuyeron al golpe de estado de 1973 dialoga con el Chile de hoy, que es el resultado de esas primeras luchas violentas. Define un viaje de violencia que en principio fue explícita y que hoy es más subterránea pero que atraviesa silenciosamente las estructuras de poder.