El martes 24 de agosto, la dupla de compositores tras las películas de Andrés Wood, compartieron su trabajo con los alumnos de la Escuela de Cine UDD en el marco del Ciclo «El estado de las cosas: los oficios del cine» .
Escenas de las películas «Historias de fútbol» (1997), «Machuca» (2004), «La Buena Vida» (2008) y del documental «Nostalgia de la luz» (2010), fueron vistas con otros ojos por los estudiantes de la Escuela de Cine UDD. Mejor dicho, con otros oídos, pues los creadores de la música de los filmes de Andrés Wood y del registro de Patricio Guzmán, explicaron cómo llegaron a las composiciones que acompañan esas imágenes entrañables.
Pero primero José Miguel Miranda y José Miguel Tobar, colaboradores en una veintena de filmes, contestaron las preguntas del director de la Escuela de Cine UDD, Marcelo Ferrari, quien, por ejemplo, les consultó cómo surge una banda sonora. «Es un proceso complejo, tiene que haber afinidad con el director para llevar ese mundo sonoro a la película», explicó Miranda, «lo más recomendables es trabajar desde el principio, con el guión, conversando y definiendo el mundo estético».
¿Cómo se llega a la melodía?, continuó Ferrari. «Antes que la melodía, está la comprensión de la energía de un director para una escena, personaje o película. Está todo relacionado: instrumentos, velocidad, ritmo. La música de cine no es lo mismo que la música sola, tiene que estar en función de las historias que se quieren transmitir con imágenes. Si la música es muy compleja compite con la historia», sostuvieron los «José Migueles».
CINTAS DE WOOD: EJEMPLOS CLÁSICOS
En medio de la conversación Miranda y Tobar presentaron parte de su trabajo para diferentes cintas. Partieron con «Historias de fútbol». Primero con la clásica secuencia de los niños que arrancan con la pelota del partido entre la U y Cobreloa para jugar ellos y luego, con el angustioso regreso de uno de los chicos a casa, tras de perder la plata que su madre le entregó.
Según los músicos, «aquí hay un tema central aplicado a dos escenas para producir atmósferas contrapuestas. La flauta dulce hace referencia al mundo de los niños y la percusión a la situación geográfica de Calama. La melodía va con los niños, mientras el ritmo con la región. En la segunda escena hicimos un cambio de la armonía que soporta la misma melodía, agregando una cama de cuerdas que le da otra emoción».
En el caso de «Machuca» los ejemplos pasaron por la música incidental de la protesta derechista contra Allende y la conocida escena de los besos entre los tres jóvenes protagonistas, con un tarro leche condensada, mientras suena la canción «Dulce», hecha especialmente para el filme. «Aquí la música tiene dos mundos: uno psicológico-emocional que es más convencional y otro de canciones de la época que rehicimos usando quenas y otros instrumentos de entonces».
REFERENCIAS Y FORMAS DE TRABAJO
Luego de las proyecciones los alumnos y los profesores presentes -como Nadine Voullime y Leonardo Navarro-, también inquirieron a los músicos, quienes nombraron entre sus referentes al maestro Ennio Morricone, el trabajo minimalista de Michael Nyman para las cintas de Peter Greenaway y la melancolía de Angelo Badalamenti, eterno colaborador del oscuro cineasta David Lynch.
Además se refirieron al abuso de cuerdas, llámense pianos y violines, en la industria cinematográfica. «Las cuerdas garantizan la efectividad en los espectadores, que reconocen ciertas emocionalidades en éstas. Pero también hay directores que no usan música. Hay mucho por experimentar, sin embargo, a nosotros nos llaman para proyectos que no van por ahí», dijeron.
Finalmente la dupla reveló cómo fue el trabajo con el cineasta Patricio Guzmán, residente en Francia, para su último documental «Nostalgia de la Luz»: «Trabajamos por e-mail. Mandábamos la música y él nos devolvía sugerencias y explicaciones que parecían un tratado. Descubrimos que es bueno escribir lo que uno quiere, porque obliga a una cierta definición de conceptos y estética».