Electrodomésticos: el frío misterio, de Sergio Castro, ganó la competencia nacional como Mejor documental en el Festival de Música y Documental Musical In-Edit 2010.
A punta de golpes a veces nos tenemos que convencer de las fuertes relaciones entre la política y la memoria. Resulta un ejercicio inútil, vacío si se quiere, tratar de hacer política, tratar de construir asuntos públicos sin hacer frente al relato de lo pasado, de la historia de los que antes estuvieron. Y también pasa con la música. En una escena como la chilena donde se le suele rendir pleitesía al ejercicio exagerado del ego, las ocasiones en que vemos músicos haciéndose cargo de sus tradiciones son como flashes, momentos de fugaz ilusión.
Por otro lado, la experiencia musical actual nos ha entregado exposición inusitada a gran cantidad de música, pero al mismo tiempo -en uno de los grandes triunfos del capitalismo moderno- nos ha convencido que la forma natural de disfrutarla es a través de la experiencia personal, privada, y violentamente descontextualizada. El iPod y los audífonos noise cancelling como figuritas coleccionables que se venden por separado.
Es precisamente en ese cruce, entre la política, la memoria y el contexto donde más brilla Eletrodomésticos: el frío misterio, el documental de Sergio Castro. Electrodomésticos, esa extraña banda sin vocalista ni líder carismático, se explica a partir de su contexto, a partir de los espacios clandestinos donde la juventud de la época convirtió galpones industriales en modestos espacios de libertad. A diferencia de otras propuestas, el documental opta por una mirada contenida y poco idealizada de la movida santiaguina en dictadura, donde al mismo tiempo en que se buscaban espacios para la experimentación artística se pretendía construir una realidad paralela que permitiera sobrevivir al horror y la represión.
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