Un tema que sin duda marcó la discusión pública durante esta campaña presidencial fue la presencia de bots en redes sociales. Estas cuentas automatizadas fueron clave en la viralización de mensajes desinformativos y de odio dirigidos en contra de candidatos presidenciales, distorsionando así el debate político e, incluso, influyendo en la percepción ciudadana durante este proceso electoral.

VeriDatos analizó el rol que jugaron estas cuentas, en su mayoría anónimas, al difundir de manera coordinada una serie de mensajes que circularon ampliamente durante la campaña.
Bots que manipulan el debate
La irrupción de las redes sociales está cambiando profundamente la forma de hacer política. Hoy, los actores públicos disponen de herramientas que les permiten agilizar tareas, tales como la creación de contenidos y la comunicación con distintos públicos. Sin embargo, este mismo ecosistema también permite prácticas menos transparentes: desde la manipulación del debate público hasta el uso coordinado de bots para expandir narrativas, difundir desinformación o atacar a adversarios políticos.
Los bots corresponden a una aplicación de software automatizada que realiza tareas repetitivas en una red. Es decir, son programas diseñados para ejecutar acciones de manera automática sin intervención humana, que siguen instrucciones previamente definidas.
Entre sus funciones se encuentra responder preguntas, publicar en redes sociales, reunir información y hacer un sinfín de tareas de manera automática.
En periodos de campaña, destacan los bots políticos, que son aquellos que interactúan con otras cuentas a través de un intercambio sobre estos asuntos.
Marcelo Santos, académico de la Facultad de Comunicación y Letras UDP, explicó a VeriDatos el uso más frecuente que se le da a los bots en la política chilena: “He visto tres tipos de uso. Un uso que es amplificar personas, amplificar la apreciación de ciertas personas con ‘me gusta’ repetitivos, con retweets, para dar una impresión de que hay más gente que aprecia a un cierto candidato. Lo otro es lo que llamamos los bots polarizadores, que son los mismos bots que alaban a unos, critican a otros y hablan mal, de forma agresiva, violenta a candidatos del sector opuesto”.
Asimismo, destacó: “El tipo de actividad más frecuente que he visto en estas elecciones es la difusión de informaciones con menos frecuencia, pero con más impacto, que son sobre todo los deep fakes. Los deep fakes sobre todo contra Jeannette Jara, que no he visto contra otros candidatos”.
Por otra parte, María José Labrador, docente e investigadora de Comunicaciones UDD, advirtió que este tipo de cuentas van mucho más allá de un simple perfil falso: “Desde la óptica de las ciencias de la comunicación no es sólo una cuenta falsa, sino un actor social automatizado (ASA), diseñado para inyectar contenido de manera coordinada y a gran escala, buscando generar una falsa percepción de apoyo u oposición genuinos (lo que se conoce como operación de astroturfing). Es disfuncional o malicioso, en especial cuando opera sin transparencia”.
Además, explicó que otras motivaciones detrás de los bots son: manipular la agenda pública, desviando la atención de temas incómodos, fomentar la polarización a través de mensajes tóxicos y dificultar la atribución legal mediante el uso de identidades falsas o cuentas alojadas en el extranjero.
En el contexto de la Semana de la IA de la Universidad Alberto Hurtado, el académico Lucio Gutiérrez parte del Magíster en Clínica Relacional con niños, niñas y adolescentes de la Facultad de Psicología explicó a VeriDatos: “Políticamente, el resultado es un coliseo de violencia y cinismo digital, donde la confianza pública se vuelve cada vez más frágil porque el espacio común está colonizado por estímulos que convocan afectos, pero no responsabilidad respecto a la verdad y las consecuencias de lo dicho”.
Ataques y desinformación en campaña
Desde el inicio de la campaña presidencial, las candidatas Jeannette Jara y Evelyn Matthei han denunciado de manera insistente recibir ataques coordinados en redes sociales. En el caso de Matthei se difundieron videos manipulados que la mostraban desorientada o con olvidos, con el objetivo de sugerir que padecía Alzheimer y, por ende, que no estaba capacitada para asumir la presidencia.
En el caso de la carta del oficialismo, un reportaje de investigación de Chilevisión denunció que una red de bots, a través de una decena de cuentas anónimas provenientes de sectores conversadores, atacaba a Jeannette Jara a través de redes sociales como X.
En ambos casos se apunta como responsables a simpatizantes del candidato republicano, José Antonio Kast.
Sobre el impacto que tuvo esta polémica en la opinión pública, Labrador explicó: “La revelación generó una polémica pública sobre la ética electoral y el daño a la democracia, llevando a actores políticos a exigir estándares concretos de transparencia”.
Marcelo Santos complementó lo anterior con una experiencia anterior: “Lo que pasa es que se produce una deformación de la percepción, de la opinión pública. Lo equivalente es un poco lo que hizo el presidente Piñera durante su primer mandato, en que llamó a una serie de personas para ir a Valparaíso, sostener unos carteles diciendo que el presidente cumple. Esto es una manipulación de la opinión pública. Es lo mismo en redes sociales, pero con usuarios que no tienen una persona real detrás, que son muy baratos de comprar y de activar y desactivar”.
Consecuencias de la automatización
Al consultar a los expertos sobre los efectos concretos que puede tener la presencia de bots en el discurso público durante un período de disputa electoral, la respuesta fue categórica: apuntan a una grave pérdida de confianza.
Para Marcelo Santos el daño no está solo en la circulación del contenido automatizado, sino en el impacto sobre la confianza pública. “Es difícil saber y decir si esto es real o si es algo artificialmente creado. Y eso es un problema para la democracia, porque en la medida que la gente deja de tener confianza en todas las fuentes de información, va desconfiando una por una. Hay una posibilidad, uno, de erosionar la institucionalidad democrática como un todo, de desinteresar a la gente, y otro, de dar paso a movimientos populistas”, precisó.
Y agregó: “Creo que este tipo de campaña amplificadora, manipuladora de la percepción de la opinión pública debería ser muy claramente rechazada en el contexto democrático, deliberativo, porque daña bastante todo el proceso de decisión político”.
Al respecto, Labrador dijo: “El efecto de los bots es una erosión sistémica de la credibilidad. La desconfianza no surge de un solo mensaje falso, sino de la actividad inauténtica coordinada y constante de las redes de bots. Sus efectos se manifiestan en varios niveles: desconfianza en la fuente, en los medios de comunicación, tanto digitales como tradicionales y por último desconfianza en la democracia”.
Como advierte Gutiérrez, la expansión del entorno digital ha transformado las condiciones de producción y reconocimiento del discurso: “El entorno digital uniforma: un mensaje humano y uno producido por un bot adoptan los mismos códigos de escritura, la misma retórica condensada, la misma estética visual. Esa homogeneidad borra los criterios para distinguir su procedencia y deja al sujeto en un estado de indeterminación sostenida. Cuando no es posible identificar quién habla, tampoco es posible confiar”.
Por último, agregó: “En el plano colectivo, se instala un clima de sospecha generalizada que corroe la vida democrática: la conversación pública pierde espesor simbólico y se reduce a un flujo de imágenes y consignas diseñadas para producir afectos antes que argumentos. El cuerpo social se fragmenta, la deliberación se empobrece, y la confianza (condición mínima de cualquier proceso electoral) se ve gravemente dañada”.
Alanis Arancibia Segura